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Desabastecimiento bajo control

Creo que ya hemos hablado en más de una ocasión de lo que ocurre cuando los asuntos que son básicamente del entorno logístico-portuario trascienden y llegan a ser objetivo de los medios generalistas e incluso de la opinión pública.

  • Última actualización
    03 noviembre 2021 12:09

Es en estos momentos cuando sacamos lo peor de nosotros mismos e, hinchados como pavos, pregonamos en voz alta que “ese tipo que está hablando no tiene la más mínima idea de lo que dice”... Por no hablar de los que se dedican a identificar a los puertos asiáticos que aparecen en las imágenes que utilizan las teles para ilustrar las noticias: “Ese es el puerto de Ningbó, claramente”, mientras tu hijo adolescente te contempla de soslayo con sus auriculares metidos a fuego en el oído medio y susurra algo parecido a: “Pues  muy bien”. Esa indiferencia mata, ¿verdad?

El caso, que me pierdo, es que estamos teniendo un año 2021 de exposición total en los medios de comunicación y, por extensión, somos objeto de debate en tertulias, debates, realitys y hasta en programas de cocina (que lo he oído yo) porque, efectivamente, vamos a ser los culpables de que el mundo se desmorone cuando el pueblo llegue masivamente a las tiendas y se hayan agotado en dos días tanto la talla 36, como la 41, la S, las zapatillas de “Air X” o la última edición de la Play... Venga, ¿de verdad esto es nuevo?

“Ese es el puerto de Ningbó, claramente”, mientras tu hijo adolescente te contempla de soslayo con sus auriculares metidos a fuego en el oído medio y susurra algo parecido a: “Pues muy bien”. Esa indiferencia mata

Mientras tanto, y por si las moscas, el mensaje es claro: “compren ahora, compren compulsivamente y no miren atrás”. No sea cosa que a la crisis que vive ahora la cadena de suministro se vaya a sumar en breve un apagón mundial de dos semanas, la versión omega del coronavirus y otro buque atravesado en un canal desconocido para el mundo pero vital para el transporte marítimo...

No, no quiero que me acusen de negacionismo vital, pero todo tiene una justa medida, y es la que debemos encontrar.

Es una realidad que el transporte marítimo atraviesa una coyuntura especial que nos enfrenta a una delicada situación de suministro que se traducirá en la escasez o ausencia de determinados productos muy demandados. No se puede negar la evidencia. Pero, ¿se va a llegar al punto de desabastecimiento generalizado? Lo dudo.

Por cierto, abro paréntesis, asociar la subida del precio de los productos únicamente a la mal llamada “crisis del transporte” es un argumento un poco frívolo que casi cualquier economista podría desmontar con una sencilla clase de primero de Economía.

Pero me voy a quedar con otro discurso. Alexandre Sánchez, presidente de Propeller Junior de Valencia, argumentaba la pasada semana en una entrevista en RNE, que el hecho de contar con un puerto hub iba a posibilitar que ciudadanos y empresas no sufran grandes impactos, salvo en algunos productos muy concretos, como es el caso de los microchips. “Tener un puerto hub nos hace ser más resilientes ante las situaciones inesperadas como el Covid y nos garantiza un mejor abastecimiento que el de otros puertos por lo que es fundamental seguir manteniendo este estatus, apostando sin dudas por la continua modernización del puerto a todos los niveles: digitalización, sostenibilidad ambiental e infraestructura”.

No tengo duda alguna de que el discurso es este. Esto es lo que los logísticos deberíamos labrarnos en forma de tatuaje en el frontispicio de nuestras quejas y es lo que deberíamos repetir siempre que nos preguntan por nuestro trabajo.