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Dinamita de doble mecha

Qué pena da que el nuevo Ministerio de Transportes se estrene en las primeras planas de televisiones, periódicos y digitales con la reunión del ministro Ábalos y la número 2 de Nicolás Maduro.

  • Última actualización
    28 enero 2020 17:00

Supongo que no era este el arranque soñado de tan anhelada denominación para el ministro del ramo, pero es lo que tiene estar a todo menos a lo que se tiene que estar, tal vez, supongo, por haber recibido en suerte la gestión de algo tan “aburrido” como es esto de la logística, hasta el punto de que el cuerpo te llegue a pedir de madrugada irte “de aeropuertos” en busca de marcha.

Que digo yo que esto es lo que necesita Ábalos, marcha, pues no sólo busca los incendios fuera, sino que además ya se está preparando para prenderlos dentro. El 13 de febrero, nuestro “MITMA minister” (felicitaciones al gabinete del ministro por el acrónimo, un acierto frente a otros ministerios como Transición Ecológica con MTERD) se reunirá en Madrid con la consejera vasca de Desarrollo Económico para abrir el melón de las competencias portuarias.

En otros tiempos políticos todo esto no serían más que brindis y añagazas, pero estando como estamos, con un ejecutivo condenado a ponerle velas a Santa Hipoteca, toda petición de un socio de Gobierno se convierte en una realidad inminente, con el agravante de que el gobierno vasco no sólo pide la cesión de la titularidad de Pasajes, sino que además pide la cesión de las competencias de Bilbao, es decir, se trata de encender el cartucho de dinamita por los dos lados, desde la inconsciencia de pensar que el resto de Gobiernos autonómicos se van a quedar aplaudiendo, como si Euskadi tuviera patente de corso para la excepcionalidad.

Por lo mismo que el tráfico y la actividad de Pasajes pueden llegar a justificar su degradación a puerto autonómico como artimaña para caer en las redes del Gobierno vasco, otro buen puñado de autoridades portuarias españolas verían cómo sus comunidades autónomas acceden al mismo “derecho” sin posibilidad alguna de rechistar, salvo que se viole el principio de igualdad.

A continuación, una vez desmontado el sistema portuario por este lado de los puertos pequeños, la cesión de competencias de Bilbao terminaría de derribar el sistema por la vía de los puertos grandes. Al fin y al cabo ¿tiene algo Bilbao que no tengan Valencia, Barcelona, Algeciras o Cartagena para ser cedidas igualmente a sus autonomías?

De esta forma, tendríamos troceado el sistema por la vía de la renuncia/cesión de competencias, una opción como cualquier otra si no fuera porque los puertos no son ni como la Sanidad, ni como la Educación, ni como la Justicia. Al que está en Getxo le importa el colegio de Getxo, al que está en Requena le importa el hospital de Requena, al que está en Montornés le importa el Juzgado de Montornés y al que está en Alcalá le importa igualmente todo lo suyo así como un pimiento el colegio de Getxo, el hospital de Requena y el juzgado donde rinden cuentas en Montornés.

Ahora bien, cuando hablamos de puertos, resulta que el señor de Alcalá necesita para su competitividad el puerto de Valencia y el puerto de Bilbao y el puerto de Barcelona, no tiene otros, pero la ruptura del sistema portuario dinamita sus derechos logísticos, que quedan excluidos en manos de un tercero del que es ajeno al ser ciudadano de otra región. El puerto ya no es “también suyo”. Como mucho, pasa a ser un mero cliente o, aún peor, un ciudadano de segunda.

Ojo, que la tentación de Ábalos ya la tuvo Sáenz de Santamaría hace dos telediarios. Entonces se impuso sensatez desde Puertos del Estado. ¿Hasta qué punto va a escuchar ahora Ábalos a OPPE? ¿Hasta qué punto OPPE está dispuesto a defender el actual sistema? ¿Para qué un Marco Estratégico si Ábalos marca con sus “encuentros” el debate?