No son buenos tiempos para la tranquilidad en el sector logístico. Cuando no es un Donald Trump decidiendo iniciar guerras arancelarias con sus principales socios comerciales, es una pandemia que deja patas arriba el comercio global. Cuando no es un buque encallado en el Canal de Suez, es un ataque de Rusia a Ucrania que trastoca buena parte del comercio mundial de materias primas. Cuando no es el conflicto entre Israel y Hamás, que se extiende por Oriente Medio y obliga a las navieras a desviar sus rutas Este-Oeste por el Cabo de Buena Esperanza, es una crisis de capital a nivel global que deja la capacidad financiera de los operadores logísticos tiritando. Cuando no es una DANA, es la Unión Europea haciendo la guerra por su cuenta contra el cambio climático. Así podríamos seguir hasta el infinito. La concatenación de acontecimientos ha hecho que el sector logístico se haya ganado con creces lo de ser una industria resiliente.
La resiliencia es adaptación, qué les voy a contar a ustedes que no sepan ya. Vivimos en un mundo globalizado, pero que con ciertas decisiones geopolíticas puede comenzar a no serlo tanto. ¿O es que acaso piensa el presidente de Estados Unidos que sus medidas proteccionistas no van a afectar al comercio global? ¿Acaso no imaginó Putin que una invasión a Ucrania tendría altos costes no sólo para la economía rusa, sino para la de todo el mundo? ¿Habría algún ingenuo que llegó a pensar que la guerra entre Israel y Hamás no afectaría a una arteria internacional tan importante como el Canal de Suez? Si la situación no fuera tan preocupante, podríamos hasta prepararnos un enorme bol de palomitas y esperar a ver qué pasa mañana.
En este mundo tan cambiante, a las empresas nos les queda otra que ganar tamaño. Es algo que está ya pasando de manera indefectible en todos los modos de transporte. No hablo únicamente de las alianzas de navieras en el sector marítimo, sino también en el crecimiento que están experimentado algunos operadores en el transporte por carretera, que se han lanzado a ampliar flotas para poder hacer frente a las demandas de sus clientes, sí, pero sobre todo porque son conscientes de que el mercado está empezando a exigir operar con empresas con recursos propios -y digo “exigir” con todas las letras-. Es en este contexto de búsqueda de grandes operadores por parte de los clientes donde se entienden los procesos de integración vertical de los que tanto y tan profusamente hablamos año tras año.