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¿Dónde estabas?

  • Última actualización
    05 septiembre 2024 05:20

Tal y como estaba previsto, las vacaciones de verano se nos han esfumado tan rápido como llegaron, con premeditación, alevosía y preaviso, eso sí. Pueden abstenerse de comentarios aquellos que se reservan algunos días o incluso quienes ahora mismo han iniciado su descanso porque el mensaje es el mismo: septiembre ha llegado, los colegios inician su actividad y el curso logístico se reinicia dejando atrás la maldita doble velocidad de la que siempre hablo. Porque nosotros podemos parar o pausar, pero la logística sigue su marcha.

En realidad, lo que afrontamos ahora es el último tercio del año, lo que quiere decir que la suerte ya está echada hace unos meses y ahora mismo nos afanamos por enderezar corregir o mantener una deriva que no admite demasiadas sorpresas hasta fin de año.

Hablar de suerte en este sector es no tener ni idea de lo que se habla. Evidentemente, todos conocemos el ejemplo de algún profesional del sector que en su día fue tocado por la varita mágica de la fortuna que lo situó en un lugar al que difícilmente habría podido llegar por méritos propios o profesionales; recordamos el caso de esta o aquella naviera que de repente se destapó, de aquella transitaria que acertó con sus escarceos en el más allá o el transportista que trabajó para el cliente adecuado justo cuando no era nadie antes de convertirse en uno de los grandes... Pero esto son casualidades, afortunadas si quieren, pero no suerte.

Lo que yo concibo como suerte es algo que se trabaja, se persigue y se consigue... o no

Lo que yo concibo como suerte es algo que se trabaja, se persigue y se consigue... o no. Cualquier equipo de fútbol puede perder un partido porque la suerte le ha sido esquiva, porque no ha estado afortunado o porque los del VAR estaban en el BAR, pero la lógica nos dice que al final los que ganan y los que pierden están ahí por méritos propios.

Cuando nos adentramos en el ámbito profesional, y concretamente en el sector logístico, es imposible e inviable fiarlo todo a los golpes de la suerte. La exigencia del mercado es tal que al final castiga a quienes se quedan esperando y premia a los que lo intentan.

En Grupo Diario hace ya muchos años, casi 31, que supimos que la mayor de nuestras suertes es poder trabajar en lo que nos gusta y, además, disfrutar con lo que hacemos. Detectamos que el éxito o el fracaso de iniciativas o nuevos productos depende de muchos factores y muy poco de la suerte. Nos fiamos mucho más de nuestro trabajo, profesionalidad y honestidad, de nuestra empatía con los profesionales para saber lo que demandan y de nuestro conocimiento del sector.

Esta mentalidad es la que nos mueve a afrontar un inicio de “curso escolar” con nuevas ambiciones y proyectos en la cabeza. Necesitamos seguir moviendo la rueda del trabajo para que la suerte se vaya manifestando y sigamos pensando que tenemos razón: si no compras boletos para la rifa es muy difícil que te toque. Eso es así. Les animo a que estén atentos y no separen su atención de Diario del Puerto.

Con todo, y porque en el fondo somos humanos, reconocemos que no le haremos nunca un feo a una sonrisa del azar. Como bien cantan los valencianos de Santero y Los Muchachos (con un pasado profesional portuario, por cierto), la suerte puede aparecer cuando uno menos lo espera, y da igual cuánto busques o dónde buques, porque cuando llegue siempre nos preguntaremos ¿dónde estabas?