La inteligencia artificial ha conseguido un protagonismo absoluto en todos los ámbitos de la sociedad, y por supuesto también en nuestro sector, y en todos ellos día sí y día también se debate sobre su utilidad, sus ventajas y sus riesgos. Hoy quiero explicaros un experimento mental, que contiene elementos de reflexión ética y filosófica, y que explora los límites de la IA.
El año 2010 el usuario Roko publicó esta teoría en el foro de internet LessWrong, una comunidad de foreros devotos del entrenamiento de la racionalidad, psicología y filosofía futuristas, e inmediatamente se generó una enorme polémica, llegando a provocar situaciones de verdadera ansiedad en muchas personas, y que ha sido definida por parte de la comunidad experta en temas cibernéticos como el experimento más aterrador de todos los tiempos. Voy a tratar de resumirlo.
El ensayo postula que el ser humano alcanza a crear una inteligencia artificial muy poderosa, con el objetivo de buscar y conseguir el bienestar para toda la humanidad. Hasta aquí todo correcto. Pero el problema surge cuando esta máquina con una capacidad de almacenamiento y procesamiento casi ilimitados (el basilisco), y que solo está entrenada para hacer el bien a la raza humana, deduce con pesar que si hubiera existido antes podría haber ayudado a la gente que sufría antes que ella existiera, y decide castigar por ello a todos aquellos que frenaron, retrasaron o directamente impidieron su creación. Inquietante, ¿verdad?
Quien vaya a ostentar el liderazgo de la inteligencia artificial es una de las claves de la guerra arancelaria en el mundo
Hemos oído hablar mucho de aplicaciones de IA en navieras, gestión de puertos, almacenes, cadenas inteligentes de suministro y prácticamente en cualquiera de las actividades que componen el comercio y el transporte internacional. Hemos hablado y opinado sobre si su desarrollo afectará a los puestos de trabajo de menor cualificación, o si esta vez el riesgo llegaría a niveles laborales que hasta ahora se creían intocables.
Desarrollar la IA no es solo pedir que te escriban una carta, te traduzcan un texto o te faciliten fuentes y referencias para preparar una presentación. Estamos hablando de sistemas informáticos que van a hacer tareas que hasta ahora requerían utilizar aspectos de la inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción. Y esto va a cambiar la forma de hacer muchas cosas, aunque ahora nos cueste saber si eso será bueno o malo.
Y es un hecho que las grandes corporaciones pugnan por estar presentes en el desarrollo de la IA; y quien vaya a ostentar este liderazgo, es una de las claves de la guerra arancelaria que se va a producir en el mundo. Y no pensemos que no tenemos que ver nada en esta historia. Debatamos en las empresas y asociaciones de nuestro país cómo podemos utilizar esta nueva herramienta para hacer mejor las cosas, ganar competitividad, conocer mejor nuestro sector y crecer personal y profesionalmente. Y por qué no, para mejorar el entorno laboral de nuestras organizaciones, desarrollando mejor las capacidades de las plantillas.
El reputado conferenciante y experto en inteligencia artificial Pau García-Milà, recomienda que al interaccionar con las aplicaciones de IA pidamos las cosas por favor y que demos las gracias, o cliquemos un pulgar hacia arriba al recibir una respuesta satisfactoria, ya que nunca se sabe cómo se va a procesar esta información en el futuro. El corolario de esta historia es que el esperado gran desarrollo de la IA no conseguirá frenar que siga creciendo la estupidez humana, de lo que tenemos montones de ejemplos.