El objetivo es poner sobre la mesa cómo está afectando el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 (decretado ya en más de 130 países) en el día a día de las personas y cómo cada país se ha enfrentado a la situación.
Los informes, accesibles, nos hablan de cómo han evolucionado los hábitos de movilidad durante la pandemia y de cómo los países han tenido que ir recogiendo cable y asumiendo que si no querían perder a un 10% de su ciudadanía debían tomar decisiones, aunque no les gustasen, les vinieran mal de cada a las urnas o tuvieran que enfrentarse con esos aliados económicos que les pedían otras cosas.
Dentro de unas semanas, quizás meses, podremos valorar si las medidas adoptadas fueron acertadas, demasiado restrictivas, blandas o una sandez porque, en ese momento, será super sencillo apreciar las consecuencias y decir cuál de las medidas hubiera sido mejor. Hoy, en este momento, los que gestionan prácticamente solo pueden hacer una cosa: suponer, adivinar, qué será lo mejor, sin la certeza de saberse ganadores. Buf, no les envidio la tarea para nada.
Y en el grupo de estos responsables públicos, obligados a gestionar de la mejor manera posible, se encuentran también los presidentes y las presidentas de las autoridades portuarias. Con ellos y ellas he tenido el privilegio de hablar durante estos días, supongo que habrán podido leer la serie de entrevistas que este Diario está publicando para conocer la realidad de los principales enclaves del país, y de todos subrayo su dedicación y esfuerzo por no sólo garantizar la seguridad de sus equipos sino la de todo aquel que toque, en algún momento, el recinto portuario.
Como infraestructuras críticas y estratégicas, los puertos de interés general deben ser referentes en los que las empresas de sus comunidades portuarias puedan inspirarse y doy fe de que lo son o lo intentan fuertemente. Con planes de contingencia adaptables a los operadores, medidas de prevención y seguridad implementadas desde el minuto 1 y planes de ayuda económica que están facilitando, por ejemplo, que sus clientes (y trabajadores) cuenten con más liquidez. Nadie podrá decir que se han puesto de perfil.
Desde casa, como todos, los directivos siguen a lo suyo, buscando la vía más eficaz para seguir siendo la herramienta con la que las empresas puedan generar riqueza, si no hoy, por la hibernación de la cuarentena, nada más ésta se suspenda. Porque los puertos no pueden quedarse en stand by mucho tiempo. Su ritmo es otro. El de la Administración y su burocracia (e inmediatamente me vienen a la cabeza los perezosos de Zootrópolis), lamentablemente. Me consta que muchos de ellos querrían que eso no fuera así y que los proyectos pudieran activarse en plazos razonables, pero, no se puede hacer nada. Si te falta el visto bueno de la conselleria de turno, que a su vez se lo pasará a otra conselleria para que dé su OK y éstas están a lo suyo… pues eso… a esperar. Obviamente no se pueden aprobar proyectos al tuntún pero tampoco se pueden retrasar sine die las decisiones más relevantes y que afectarán al futuro de todos. De todos. Y, sí, ésta es otra de las cositas que debe tener en cuenta el Gobierno cuando toma sus decisiones. Espero que no se pierdan en la última hora y se acuerden que también existe el mañana, el corto plazo y el largo.