Estados Unidos se juega su futuro en las elecciones presidenciales de este 5 de noviembre, entre las opciones de Kamala Harris, por el Partido Demócrata, y Donald Trump, por el Partido Republicano. Como ya se expuso el 13 de septiembre en un reportaje publicado en este Diario, tomando como punto de partida los respectivos programas electorales, las referencias a la política comercial frente a China, la seguridad nacional y el control de las cadenas de suministro destacan entre las contadas propuestas de Demócratas y Republicanos en materia de transporte y logística.
Con un empate técnico en los sondeos, quien en enero jure su cargo ante las escalinatas del Capitolio en Washington, tendrá una gran influencia sobre las políticas comerciales, logísticas, de transporte y de infraestructuras, no sólo del país, sino de todo el mundo.
A expensas de lo que los aproximadamente 240 millones de estadounidenses que componen el censo electoral decidan, sí parece claro que, a pesar de sus profundas diferencias respecto a las políticas medioambientales, Republicanos y Demócratas apuestan por recuperar el control de las cadenas logísticas, haciendo que Estados Unidos vote por la soberanía logística.
Este objetivo se ha convertido en una aspiración común en la carrera presidencial, con ambos candidatos favorables a impulsar políticas más orientadas al espacio doméstico. En comparación con la era dorada de la globalización en las décadas de 1990 y 2000, el reciente enfoque en el proteccionismo representa un importante cambio, que se espera forme parte de la estrategia nacional estadounidense, con independencia del resultado electoral.
Una victoria de Trump conllevaría “un mayor riesgo de perturbación para el transporte marítimo de contenedores”
Como práctica de los gobiernos para limitar las importaciones de otros países y aplicar políticas que limitan el comercio global para ayudar a las industrias nacionales, el proteccionismo tiene un innegable impacto sobre las cadenas de suministro y el comercio global. Si bien la intención sigue siendo la misma, cada candidato tiene su propio enfoque respecto a la política comercial internacional y su objetivo de devolver al país la capacidad productiva.
Trump defiende la aplicación de aranceles como estrategia negociadora más dura y arma para negociar mejores acuerdos comerciales, mientras que en los últimos cuatro años, la administración Biden-Harris ha mantenido los aranceles de la era Trump y confirmado un giro general hacia el proteccionismo, si bien Harris ha criticado los aranceles como un “impuesto a las ventas” excesivo para la ciudadanía.
Conviene también recordar que los grandes actores del transporte marítimo de contenedores son de propiedad extranjera y que de la elección de Harris o Trump se pueden derivar consecuencias para de estas navieras y los puertos considerados como principales hubs. Un reciente análisis de Drewry concluye que una victoria de Trump “conlleva un mayor riesgo de perturbación para el mercado del transporte marítimo de contenedores en función del desempeño pasado”, y que es mucho más probable que se produzca una escalada de la guerra comercial bajo una segunda administración de Trump. Entretanto, Harris ha criticado las propuestas arancelarias de Trump, pero parece dispuesta a mantener los aranceles existentes.
Se prevé un reñidísimo recuento electoral en el que un puñado de votos en alguno de los estados señalados como clave puede inclinar la balanza a uno u otro lado. Pero no imagino al ciudadano Jeff Holmes, de Chippewa Falls, Wisconsin, decidiendo su voto en función de su posible impacto en el transporte marítimo de contenedores. Cuestión de perspectiva.