Muchos de ustedes saben perfectamente lo que es criar y educar a niños pequeños. Imagino que aún recuerdan esos momentos a la mesa en que nuestros hijos, la mayoría con las manos y los menos ya con cubiertos, experimentan con la comida, la manosean, la destrozan y, también, se la llevan a la boca. En mayor o menor medida, apuesto que todos y cada uno de los que leen estas líneas habrán oído eso de “se me hace bola”, una frase que, convencido estoy, ya está grabada en nuestro ADN desde que nacemos. La carne se hace bola, el pescado se hace bola, las verduras se hacen bola... en resumen, todo lo que no les gusta y cuesta tragar a nuestros infantes se hace bola.
Creo que no sorprendo a nadie al decir que al sector portuario y logístico del sur de Europa se le está haciendo bola el ETS. Desde que la Comisión Europea decidió implantar el nuevo régimen de comercio de derechos de emisión, hemos mirado el plato del ETS pensando en cómo trocearlo, cómo hacerlo más masticable y, sobre todo, más digerible. Hemos pedido a Europa, y no pocas veces, que lo vuelva a cocinar, que lo condimente de otra manera o que, incluso, lo guarde en el congelador para un momento más adecuado. Y la Comisión Europea se ha mostrado inflexible, manteniendo el plato con la advertencia de que para la cena volveremos a tener más ETS.
La Comisión Europea no puede cerrarse en banda y hacer como que no hay un grave problema con la aplicación del ETS, sobre todo para los puertos del sur de Europa
En estos casos, mi modesta experiencia me dice que hay que buscar un punto medio. La imposición por las bravas, por un lado, y la cesión total, por otro, suelen tener un mal final. En el primer caso nos arriesgamos a un conflicto que acabe poniendo la cocina patas arriba, con el niño berreando y nosotros encomendándonos a Herodes. En el segundo, por el contrario, estamos lanzando el erróneo mensaje de que cualquier cosa vale para lograr un objetivo.
Traslademos estas dos verdades al sector logístico. La pasada semana, EDC lanzó un primer aviso con un paro de dos horas. Si bien no fueron unas movilizaciones muy llamativas, haría mal la Comisión Europea en no valorar como toca esta llamada de atención, sobre todo porque los antecedentes han dejado claro una y mil veces el poder de convocatoria de los sindicatos de la estiba. Pero, por el contrario, no podemos dejar de dar pasos hacia la reducción de las emisiones contaminantes. Es cierto que debería ser una estrategia global y coordinada, pero convendrán conmigo en que hay que hacer algo ya.
Lo malo en este caso concreto es que la CE no ha sabido consensuar su estrategia. Como uno de los países más perjudicados, España, a través del ministro del ramo, Óscar Puente, ha traslado la necesidad de ampliar el alcance del mecanismo de revisión, incluyendo una evaluación de riesgos para anticipar desvíos de ruta con el objetivo de lanzar una señal al mercado. ¿Acaso no estaba haciendo eso ya la CE cuando hablaba de monitorizar y vigilar? Entiendo que no si el ministro lo ha demandado. Como primer paso, la propuesta de Puente no es mala, pero debe ser más ambiciosa y articular un frente común para lograr la tan ansiada moratoria. Desde el minuto uno el sector logístico ha dejado claro que está dispuesto a cumplir con la norma, pero pide más tiempo para prepararse. La Comisión Europea no puede cerrarse en banda y hacer como que no hay un problema, y grave, con la aplicación del ETS, sobre todo para los puertos del sur de Europa. O logramos tragar la bola del ETS, o el sector logístico corre el riesgo de atragantarse, o incluso algo peor.