¿Puede la búsqueda de la eficiencia y la competitividad embarrar en un laberinto indescifrable de gestiones a medias y administraciones ralentizadas por la falta de personal? Puede y los operadores logísticos lo saben.
En el camino de una cadena de suministro fuerte, que aporte a los sectores productivos, aparecen a diario pruebas que superar. Las más complejas, por mastodónticas y con un timing increíblemente lento, son las que tienen que ver con las aduanas y los servicios oficiales de inspección. ¿Por qué? Porque entre que son varias las administraciones que gestionan los servicios (incluidos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que también actúan en el tema), que el personal asignado a los servicios (sobre todo en la parte de inspecciones) es escaso y que la innovación en lo público llega a otra velocidad, pues qué queréis que os diga...
Además, se tiene que conocer la norma, su actualización, su revisión, su reactualización... para no caer en incorrecciones administrativas que lastren la agilidad de la mercancía en el circuito de la vida fiscal y aduanera. FETEIA lo señalaba el otro día. La inseguridad jurídica que se genera a los operadores “y, por ende, a sus clientes, al promulgar normas con una insuficiente calidad legislativa y con poco margen para su debate y mejora, sin tener en cuenta la realidad económica y operativa de las empresas, e incluso la existencia de sanciones no amparadas en textos normativos”, es un gran problema que se solucionaría con una comunicación más fluida de las administraciones con el sector.
La falta de homogeneidad en los sistemas aduaneros lastra la competitividad de las empresas y sirve de ejemplo de lo que todos sabemos: que cada aduana es un mundo
Precisamente esta circunstancia, la falta de fluidez de información entre los agentes y las aduanas, también era reclamada por el Colegio de Agentes de Aduanas y Representantes Aduaneros de Sevilla porque, aunque se ha ganado en agilidad por la digitalización de todos los expedientes aduaneros, “no todo se puede llevar al mundo digital” y aunque la cita previa existe, no es eficiente. El comercio no conoce de horarios y las dudas deben ser atendidas con rapidez para que este no se pare. La agilidad en el comercio es rentabilidad y la mejor carta de presentación para que nuevos importadores apuesten por España como hub logístico.
Y aquí es donde tocaría hablar de la estandarización de criterios porque ser único está sobrevalorado, al menos en el ámbito del transporte y la logística donde lo ideal es que la mercancía no se detenga en ningún momento. En este sentido, ¿tiene sentido que España tenga 17 sistemas aduaneros? Los transitarios españoles creen que es un lujo que no nos podemos permitir y yo también lo creo.
La falta de homogeneidad en los sistemas aduaneros lastra la competitividad de las empresas y sirve de ejemplo de lo que todos sabemos: que cada aduana es un mundo y que hay mercancías que salen o entran por un puerto y no por otro porque los servicios son diferentes, aunque les ampara la misma norma. ¿Sería posible un sistema aduanero plenamente integrado? ¿La armonización de la fiscalidad de la UE es un sueño? Sospecho que, así de primeras, sí.
A todas estas todavía tenemos que ver en qué queda la reforma aduanera presentada en mayo. Las consecuencias de su aplicación -conforme está- alerta y contenta a partes iguales... así que los debates que se vienen serán interesantes. Esperemos que se tenga en cuenta a los usuarios de esas aduanas en la negociación de la norma llamada a vertebrar el futuro de la UE. Me consta que los logísticos españoles están en modo proactivo.
