Menú
Suscripción

El talibanismo sostenible de la DG Clima

  • Última actualización
    16 octubre 2024 05:20

Alguien pensara que lo de las evaluaciones y las reevaluaciones de los impactos legislativos es una sublimación del buen hacer normativo de la Unión Europea, un valor esencial y tradicional que bebe de las fuentes de la sensibilidad, la cercanía al ciudadano y el convencimiento de que sólo lo que se mide se puede mejorar.

Ahora bien, si no les importa, bajemos todos juntos de la nube, por mucho que la UE haya sabido hacer de la necesidad virtud, y recorramos la senda de los atajos y las artimañas, hasta llegar a esta triquiñuela de las evaluaciones, a esta limosna con la que comulgan con ruedas de molino todos aquellos países posicionados en contra de una normativa que creen que lesiona sus derechos pero ante la que, en aras a evitar la paralización y fruto de las posiciones de debilidad, no queda otra que tragarse los sapos, bajar la cabeza y dar el visto bueno aferrándose a la esperanza desesperada de que el análisis al cabo del tiempo provoque un paso atrás, cuando la cláusula de la evaluación no es el culmen de la caridad y la empatía sino que es la estratagema para triunfar en la selva comunitaria, pegar una patada hacia adelante y, por de pronto, salirte con la tuya y ya luego en dos, tres, cuatro o los años que pasen a ver quién es capaz de desmontar el chiringuito y, eso sí, mientras tanto, el nuevo estatus queda plenamente consolidado.

Se me ocurren más de una docena de normativas europeas sobre logística donde estas cláusulas de reevaluación han sido enarboladas como hitos del consenso, cuando en el fondo son la cara políticamete correcta de los vencedores y de los vencidos.

Sin ir más lejos, en el tema del ETS, ganó la DG Clima mientras España, entre otros, fue vapuleada, con la reevaluación en dos años como uno de los enjuagues de última hora de la CE: os daremos voz, tranquilos, pero mientras tanto, a callar todo el mundo.

Hay que reconocer que ante este falaz plato de lentejas, España no ha dejado de dar la batalla y con el ministro Puente al frente se ha logrado, con el paulatino apoyo de más y más estados miembros (los últimos los del norte de Europa ante paraísos medioambientales ya en curso como Reino Unido) que la milonga de reevaluar a los dos años haya pasado a ser la milonga de reevaluar al cabo de un año, eso sí, sin dejar de ser una milonga.

No parece creíble que la Comisión no sepa separar el grano de la paja

La demostración palpable la estamos viendo estos días con las primeras impresiones que trascienden de la evaluación que está elaborando la DG Clima. Recordemos que el compromiso logrado por Puente es que la Comisión Europea elabore un primer informe del impacto del ETS marítimo para ser presentado finalmente antes de que termine 2024, es decir, justo un año después de haya entrado en vigor.

Demostrando una más que inusual agilidad, desde finales de septiembre la DG Clima ya está dando a conocer a determinados agentes las conclusiones de su borrador de informe, donde lo principal, atención, es que no hay conclusiones, pues se atribuye a la crisis del mar Rojo un escenario en el que no es posible medir el impacto real del ETS.

Sin quitar razón a esta distorsión, no parece creíble que la Comisión no sea capaz de separar el grano de la paja y, sobre todo, que se permita el lujo de omitir en su análisis el último trimestre del año, que todavía no ha acontecido y que amenaza con transparentar gravísimos desplomes en los tráficos portuarios comunitarios dado que, como es sabido, el efecto del mar Rojo se diluye en el tiempo. Pero claro, es tan cómodo para la DG Clima concluir que no hay conclusión, es tan interesado, es tan políticamente correcto, es tan europeo, en definitiva, es tan obvio el talibanismo verde de la DG Clima y su deseo de mantener el ETS aunque quede arrasada la conectividad de los puertos europeos...