La extraña inquina de algunos a su puerto, toma estos días un matiz especialmente preocupante. Se ha añadido a los tres jinetes del apocalipsis, triunfador, desconocido y valenciano, el que faltaba, las elecciones. Como decía la chirigota, “Dos acontecimientos mundiales en Cádiz en 2012: el fin del mundo y la exposición universal… ya verás tú para aparcar”. Pues eso, prepárense los logísticos valencianos a seguir escuchando hirientes, peligrosas e indocumentadas chorradas sobre su sector, su trabajo y su pan. Sólo hay un par de novedades en este paquete básico del anti valencianismo valenciano, una muy preocupante y otra esperanzadora. Por un lado, en esta ocasión, los ataques vienen de personalidades en el poder. Nunca había ocurrido antes algo semejante. Y me preocupa. Mucho. Más que nunca. La segunda novedad es que el sector empresarial valenciano en general y logístico en particular, en esta ocasión, por primera vez en los más de 33 años que llevo observándolo día a día, está saliendo en defensa de la verdad, con un goteo de comunicados tan constante como esperanzador. Ese goteo de voces alzadas en defensa de la verdad, habrá de ser caudal si algún político vuelve a publicar mentiras que pongan en peligro el presente y el futuro del Puerto de Valencia.
No puede ni debe nadie olvidar que ese presente se ha construido en contra de los designios políticos, aquellos que establecieron que los contenedores en España sólo se podían mover por Barcelona, Bilbao o Cádiz. Entonces el empresariado se puso frente a ese destino y lo recondujo hacia el exitoso presente. Ahora, si no se hace lo mismo, se pondrá en riesgo el futuro de progreso que tanto ha costado trazar.
Nadie debe dudar de que los logísticos son personas. Casi todos. Personas humanas incluso, vecinos, ciudadanos preocupados como el que más por sus playas, su aire y su mar. No conozco a ningún empresario o trabajador logístico, a ninguno, que acepte cambiar daño al medio ambiente por cuenta de resultados. Todos coinciden en apostar por un crecimiento sostenible y respetuoso con el medioambiente. Unos por mero amor al mundo en el que viven ellos y vivirán sus hijos. Y otros por eso y por la necesidad ineludible de que su modo de vida se perpetúe. Los políticos también quieren que su modo de vida se mantenga todo lo posible. Supongo que algunos creen que atacar molinos como si fueran despiadados gigantes les traerá votos. Mal informados y peor aconsejados se han puesto a inventarle cuernos y rabo puntiagudo al Puerto y sus directivos. Su pasión por atacar al principal caudal económico de la Comunidad Valenciana, sólo puede tener explicación, además de la innegable desinformación, en una posible estrategia de partido asustado. Si no es así, no lo entiendo. Y si es así, tampoco.
Señores logísticos, atentos, que quieren cambiar su futuro por el nuestro.