El optimismo de Friedman era compartido por el politólogo, también estadounidense, Francis Fukuyama, quien ante el nuevo Milenio acuñó su conocida tesis del “Fin de la Historia”. Con el triunfo de las democracias liberales por efecto de la caída del comunismo, el fin de la Historia se interpretaba como el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas: “Los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas”. Friedman y Fukuyama adelantaban que el capitalismo de Occidente, el libre mercado y su estilo de vida, culminarían la evolución sociocultural de la humanidad. La realidad se ha encargado de alterar el guión o al menos, de hacer anotaciones al margen: el terrorismo islamista, la crisis financiera, la crisis climática, la presidencia de Trump, el Brexit, las tensiones comerciales con China, los movimientos migratorios, la pandemia... y todos los imprevistos que aún desconocemos pero que vendrán. Conjugado en futuro imperfecto.
Y sin embargo, todos estos fenómenos llamados a alterar el curso de la historia anticipada por el discurso liberal, no han mermado la capacidad globalizadora y disruptora de fuerzas como la tecnología y la digitalización, la demografía o el movimiento de capital y de mercancías en todo el mundo.
Aunque los hechos desfiguran a menudo la imagen que del futuro construyen pensadores, ideólogos, expertos, instituciones académicas, corporaciones y Gobiernos, está en el ADN de la humanidad hacer proyecciones de tendencias y dibujar escenarios futuros. Lloyd’s Register, QinetiQ y la Universidad de Strathclyde han elaborado el informe “Global Marine Trends 2030”, que define las tendencias globales clave a partir de la demografía, la economía, los recursos y el medioambiente.
Estos fenómenos no han mermado la capacidad globalizadora y disruptora de fuerzas como la tecnología y la digitalización, la demografía o el movimiento de capitales y de mercancías por todo el mundo
Puestos a elegir el mundo que viviremos en 2030 según los tres escenarios que plantea el informe (“Status Quo”, “Espacios Comunes” y “Naciones Competidoras”), yo me apunto al intermedio. Se fomentarán la integración transfronteriza y las cadenas de valor virtuales, la armonización normativa, el reconocimiento mutuo, la prensa independiente, los códigos voluntarios de mejores prácticas y los vínculos estrechos entre los inversores y la sociedad civil. Habrá importantes acuerdos sobre comercio internacional y protección del medio ambiente, y la expansión de la globalización contará con entes supranacionales para arbitrar disputas de manera transparente y justa en un mundo “en el que todos los participantes ganan y el transporte marítimo se expande al ritmo del aumento del nivel de vida y la expansión de la economía mundial”. Faltan 9 años para juzgar si el segundo de los escenarios de “Global Marine Trends 2030” se cumple. Y 29 para que “España 2050”, el proyecto para la España ideal de Pedro Sánchez no acabe en papel mojado.
La psicología humana nos lleva a aceptar mejor los mensajes positivos que los negativos. Pero la experiencia también nos vuelve desconfiados. El optimismo no avala resultados. La Tierra no es plana y la Historia no ha llegado aún a su fin, como metafóricamente sostenían Friedman y Fukuyama. Lo que tenga que venir, vendrá. En futuro imperfecto. Gramática pura y dura.