Hay que subrayar no sólo este mérito de poner en suerte sino, aún más si cabe, el gesto de dejarse poner en suerte, al que accedieron los principales partidos políticos de ámbito nacional con representación parlamentaria, si bien no todos, lo cual evidencia que el solo hecho de intentar bajar a los problemas concretos de este sector representa un a menudo complejo esfuerzo de empatía y, por supuesto, un esfuerzo intelectual pues para tener opinión y capacidad de decisión sobre algo ante todo hay que saber de ese algo.
Ahora bien, esta empatía y este conocimiento es lo mínimo que podemos pedir a nuestros políticos, lo que debe situarnos necesariamente en el orden lógico de lo vivido ayer, algo, eso sí, inédito para nuestro sector sobre todo por la apuesta que se hizo ayer no ya de abordar una cuestión logística concreta en campaña electoral sino de dar voz a todas las cuestiones de máxima preocupación en todos los ámbitos sectoriales.
De entre todo lo volcado ayer tienen amplia información en las páginas de hoy de Diario del Puerto, pero hay una cuestión de fondo que brilló en el debate y que merece una reflexión profunda que nos retrotrae el escepticismo habitual sobre la clase política y al candor con el que algunos tachan las exigencias de cumplimiento de los partidos políticos.
Y es que la logística está llena de charcos y hacer política consiste en meterse en esos charcos, enfangarse y salir del barro preferiblemente habiendo limpiado el charco y, como mínimo, con la plena y sincera voluntad previa de limpiarlo.
Ahora bien, este sector logístico, como cualquier otro sector y ámbito de la ciudadanía, lo que tiene derecho es a elegir cada vez que se le pregunta (últimamente demasiado) quién quiere que limpie sus charcos o, incluso, quién quiere que cree o se meta en nuevos charcos, una decisión sólo fundamentada desde la transparencia de los compromisos electorales, canalizados a la opinión pública y sectorial a través de actos como el organizado ayer por Diario del Puerto.
Pero claro, si resulta, como quedó ayer de manifiesto por parte de alguno de los portavoces intervinientes, que no podemos esperar como sector logístico que ningún partido político tome posición concreta sobre ningún charco concreto y que nadie en este ámbito, como se nos dijo literalmente, se vaya a atrever a esbozar una posición arriesgada que pueda comprometer sus votos sobre determinados problemas o retos y, por tanto, si lo que estamos condenados a escuchar en estas locas semanas son meras posiciones diplomáticas que van desde la comodidad al ventajismo pasando por el populismo, dan ganas de tomar el olivo y rendirse, máxime cuando esto se plantea como algo irresoluble, admitido y objeto de resignación. Vamos, aquello de: “¿pero estás tonto? ¿Tú que te pensabas?”
Por tanto, si donde nos tiene que llevar en estos días el debate político es a lugares comunes donde todo se difumina, no es más que sustraernos la capacidad de elegir y abocarnos al engaño. Eso sí, cuando votamos dicen que nos “equivocamos”...