En esta década se han vivido años de crecimientos absolutos, récords y caídas inesperadas. Pero ¿se le puede pedir más a un tráfico tan volátil? ¿Se le puede exigir resultados de récord a un tráfico tan necesitado de las buenas perspectivas económicas de los turistas como lo es éste? ¿Qué le pedimos a las navieras y a los puertos cuando la economía local y nacional anda a rastras y los turistas han dejado de existir como tal gracias al paro?Evidentemente, no todos los puertos han sentido como el de Valencia las consecuencias de la recesión, de la crisis económica de los bancos y el ladrillo. Lógicamente, han seguido existiendo los destinos favoritos y las acumulaciones de rutas en los puertos VIP de España y de fuera. Pero buscar un único responsable sobre el que verter nuestros malos humos no creo que sea posible. Porque ¿a quién le echarían ustedes la culpa? ¿A la autoridad portuaria? ¿A las empresas que no han sabido promocionar sus servicios? ¿A la ciudad que se ha perdido en otros proyectos, gastando sus dineros en no se qué milongas en vez de en promocionar el destino (mejor no entremos en eso)? Hablamos claro. Un puerto puede atraer a las navieras con promesas de nuevos precios, tasas hiper competitivas y unas infraestructuras de vértigo, pero si el cliente, o sea el turista, sí ese señor con sandalias y calcetines que deambula por el centro de la ciudad con un color entre rosa y gamba, no se marcha satisfecho de la escala poco más se puede hacer. Las navieras no están en el negocio marítimo para promocionar ciudades de manera altruista, por amor al arte. Son empresas y como tales buscan el beneficio en su cuenta de resultados. Sometidos además a atender los más altos estándares de calidad en la gestión de sus servicios, su usuario suele ser exigente y exquisito, no se reúnen con las autoridades portuarias para hablar de humo y buenas intenciones. Quieren vender una ruta y que los viajeros la compren. De hecho, mover un barco de semejantes características, el "MSC Preziosa" cuenta con 333 metros de eslora, no es un gasto baladí. Vamos a ver, pero si las navieras de mercancías se han unido en alianzas impensables hace sólo 15 años... ¿Se acuerdan de cómo nos han dicho que gracias a las economías de escala y a la optimización de recursos, la reducción de costes era una realidad? Ahí están la GA, NGA, CKYHE, G6, P3, 2M... Y en el sector de los cruceros, ¿cómo se han reducido los costes y optimizado los servicios? Pues acortando las rutas, limitando los destinos y ofreciendo al raquítico mercado 10 opciones en lugar de 20. De ahí que Valencia se haya visto en esta tesitura, en la cuerda floja esperando que los clientes preguntaran por ella. Lo bueno es que las acciones comerciales se han seguido desarrollando, además de la mano de la ciudad a través de un foro gestado para tal fin (promocionar el tráfico de cruceros), y las infraestructuras también (el Muelle de Cruceros es una realidad). Ahora sólo hay que esperar que las navieras vuelvan a comprar nuestro destino. Que los turistas quieran venir.