Está claro que hay dotaciones materiales que son efímeras y que lo que estamos comprando hoy no llegará a cumplir los 25 años, pero hay otras inversiones, las de formación o productos tecnológicos, que deberán ir abriéndose a otras formas de trabajar porque el futuro del transporte marítimo puede que no pase por el contenedor y puede que no sea tan enorme como lo es hoy.Las tecnologías como el blockchain supondrán un cambio de paradigma tan brutal en nuestro día a día que sus consecuencias se percibirán en todo lo que hagamos. El protocolo informático que es el blockchain supone que seremos capaces de contar con unos registros descentralizados e inmutables en la red. En teoría, se guardarán todas las transacciones que queramos, su trazabilidad será precisa y las garantías -se supone- serán máximas porque serán unos registros inalterables. ¿Cuándo será todo esto viable? Pues cuando así lo quieran los que escriben las leyes y las normas bajo las cuales nos movemos en el mercado. En cuanto haya una regulación y una seguridad jurídica, adiós a profesionales como los notarios o entidades como los bancos. Según dicen los expertos, ya no nos harán falta los intermediarios. Y lo mismo en el transporte. Con una legislación adaptada a las nuevas tecnologías se podrían reducir a la mínima expresión las gestiones burocráticas y la seguridad jurídica de las operaciones se incrementaría.Otra de las tecnologías llamadas a cambiar el mundo es el 3D. Todos aquellos que se hayan quedado en el 3D de los muñequitos hechos a semejanza de una foto se han quedado obsoletos. Hoy el 3D está permitiendo generar el mismo producto en cientos de países tan sólo con una impresora. Conocimiento y tecnología a nivel global, sabiduría universal. Ya se pueden imprimir alimentos, tejidos orgánicos, prótesis a medida, objetos orgánicos e inorgánicos... prácticamente podemos tocar todo lo que podemos imaginar y diseñar en un ordenador. Así las cosas, ¿por qué seguir produciendo en un país a mil kilómetros de tu casa cuando puedes hacerlo en tu barrio? ¿En breve llegará la hora de decir adiós a la producción en cadena?En los Fab Lab de todo el mundo se está trabajando ya con grandes empresas productoras (IKEA por ejemplo) para gestionar la llegada de este tecnología a los hogares. Si te puedes imprimir una mesa IKEA en tu barrio los costes de transporte y medioambientales se reducen drásticamente. De hecho, sólo tendríamos que mover por el mundo las materias primas, se acabarían los contenedores llenos de productos manufacturados. ¿Está el sector logístico y del transporte pensando en ello? ¿Están los políticos capacitados para atender las oportunidades que tecnologías como estas nos ofrecen? ¿Está la conciencia social preparada para poder tener alimentos y agua para todo el mundo a tiro de impresora? ¿Qué pensaban que me marchaba de vacaciones sin dejarles deberes? De eso nada, a reflexionar. ¿Nos reinventamos pensando en verde o morimos aplastados por la contaminación que genera el éxito? Si el tráfico de mercancías se reduce, ¿para qué querremos tantas infraestructuras?