Afortunadamente (digo bien), la logística sigue funcionando pese a los altos cargos. El empresariado sigue preocupado, pero no por saber quién va a ocupar ese trono temporal de vanidades, sino por cómo sacar la máxima rentabilidad a sus operaciones, cómo pagar las nóminas a fin de mes y cómo conseguir oportunidades en un entorno hostil, altamente competitivo y con escasos márgenes para los beneficios.No se ofusquen, lo único que quieren los empresarios es que les dejen trabajar, que no les pongan más impedimentos de los que tienen y, si no es mucho pedir, que de vez en cuando les den un pequeño empujón aliviando cargas fiscales e incentivando la creación de empleo, la iniciativa empresarial, la responsabilidad social y el desarrollo sostenible.Les puedo asegurar que hay personas en este sector que no son capaces de decir el nombre del último secretario de Estado, o del presidente de Puertos del Estado (de verdad que no es broma) y sin embargo siguen facturando millones de euros (sí millones), generando cientos de puestos de trabajo y viajando por todo el mundo en busca de nuevos mercados y oportunidades de negocio.Hay miles de trabajadores en el sector que continúan desarrollando su labor profesional, ajustando costes, buscando soluciones a los problemas del día y peleando cada minuto para que su puesto de trabajo sea considerado como "eficiente y productivo". A todas estas personas, también, lo que realmente les preocupa es poder trabajar y progresar... y para eso da igual quién esté al frente de Puertos del Estado, de la Secretaría de Estado o del ministerio de Fomento.Somos conscientes de que la política de línea gruesa es la que puede definir la dirección de las inversiones y el sentido de la gestión, pero también sabemos que en el tiempo que tiene por delante el nuevo ejecutivo hay pocas cosas que puedan cambiarse de una forma más que sensible o rotunda.En definitiva, es el trazo fino el que nos interesa. La operativa en los almacenes, el trabajo en los muelles, los trayectos en carretera, mar, ferrocarril o aire, el día a día en despachos y oficinas, los innumerables contactos profesionales y comerciales por todo el mundo, las inversiones, las contrataciones, las apuestas empresariales, la creación de marca... en fin, qué les voy a contar.Creo que todos aspiramos a que quien nos gobierna o que aquellos que tienen la responsabilidad de tomar decisiones en nombre de nuestro sector, hayan tenido la oportunidad de vivir en primera persona el mundo de la empresa privada. Y si no ha sido así, porque los caminos de la carrera política son muchas veces contrarios a la realidad a la que se enfrentan los jóvenes al tratar de acceder al mundo laboral, que tengan la sensibilidad suficiente como para dejarse aconsejar por aquellas personas que realmente sí saben y conocen de qué va todo esto. No pedimos mucho más.