Menú
Suscripción

¿Y si me vieras como soy?

Que la actividad económica, en el más amplio sentido de la palabra, se realice de la manera más sostenible y respetuosa posible se ha convertido en los últimos años en el leitmotiv de las grandes infraestructuras. Nadie puede discutirlo. Sea por decisión personal o por imposición legal, los agentes económicos no han tenido otra que adecuar sus actividades a las exigencias de las sociedades del siglo XXI que pasan, sí o sí, por la afección cada vez menor de las actividades industriales en el día a día de los ciudadanos.

  • Última actualización
    08 mayo 2018 00:00

Así, con mayor o menor acierto de sus gestores -aquí es donde podría comenzar el debate-, las grandes administraciones, compañías y entidades públicas están presentando sus memorias de resultados destacando asuntos, antes impensables, como los hitos alcanzados en las reducciones de sus huellas de carbono, inversiones sociales o acciones de RSC o RSE implementadas o los proyectos de desarrollo pensados a través de la innovación y la gestión eficiente de los recursos. Por todo ello, es extraño -por no decir ridículo- que asuntos como la instalación de una terminal de cruceros en un espacio u otro del dominio público portuario haya generado tantas preocupaciones en algunos políticos. La confianza lo es todo y pensar, a estas alturas, que la autoridad portuaria de una ciudad no va a tener presente, muy presente, los efectos de sus decisiones en la misma es casi insultante. Hace unas semanas, el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Valencia analizó el posible traslado de la terminal de pasajeros de la zona de la Ampliación Norte a las actuales instalaciones de Grupo Boluda. No se crean que esta decisión se tomaba a lo loco, existía un porqué, pero, pese a todo, el cielo se vino abajo. ¡¿Pero qué me estás contando?! ¡¿Qué locura es esta?! Fue entonces cuando reapareció el lema de siempre: el Puerto de Valencia no piensa en la ciudad, sólo en "sus" intereses económicos (lo de "sus" intereses económicos es ya de juzgado de guardia). ¿No les cansa la cantinela? De verdad que me encantaría saber quién se beneficia de estas mentiras porque no acierto a desvelar los motivos de incentivar estas medias verdades cuando, en un breve espacio de tiempo, se va a conocer la verdad. ¿Quién disfruta de que el puerto tenga tan mala prensa durante 10 días?... No lo comprendo. En fin... como las mentiras tienen las patas muy cortas, el Ayuntamiento de Valencia parece que, por fin, les ha dado caza y ayer, reunión mediante con la APV, confirmó que sí, que le parece bien que se mueva la terminal siempre y cuando, cito textual, exista: "La garantía de que la proyectada terminal de cruceros no generará problemas de contaminación medioambiental y de que se preservarán los edificios de valor patrimonial". ¿No me digan ustedes? Pues qué lástima porque seguro que el Puerto había pensado en volarlo todo, acabar con la historia, y contaminar día y noche, sin miramiento ninguno.Qué tristeza da que la ciudad no conozca la actividad de su puerto; que no sepa -y presuma de ello- de los muchos proyectos en los que la APV ha sido punta de lanza en la Unión Europea. Qué pena que sean los de fuera los que más destaquen el esfuerzo que Valenciaport ha hecho los últimos 20 años por mejorar su entorno, proteger el medio ambiente y reducir su huella de carbono y lograrlo, además, acompañado por las empresas que operan en sus instalaciones. Ojalá los políticos, todos (los que gestionan y los que no), se interesaran de verdad por conocerlo. Se sorprenderían de lo mucho que hay ya andado en asuntos "verdes" como los que les preocupan.