Descarbonizar las terminales portuarias es un reto crucial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un sector vital para la economía. Como nodos en la cadena de suministro, los puertos son grandes emisores debido al uso intensivo de combustibles fósiles y equipos energéticamente demandantes. Frente a los compromisos internacionales de sostenibilidad, el sector ha iniciado una transformación basada en tecnologías limpias, energías renovables y optimización operativa. Las principales emisiones provienen de diversas fuentes:
1. Equipos de manipulación de carga. Grúas y spreaders generan emisiones significativas al operar con motores diésel.
2. Vehículos de transporte interno. Tractores y straddle carriers consumen grandes cantidades de combustibles fósiles, con desafíos para su electrificación.
3. Emisiones de buques atracados. Los barcos mantienen motores auxiliares en funcionamiento mientras están en puerto.
4. Infraestructuras energéticas: Los puertos suelen depender de redes alimentadas por combustibles fósiles, que incrementa su huella de carbono.
Para abordar estos desafíos, se están combinando enfoques tecnológicos, energéticos y operativos.
1. Electrificación de equipos y vehículos: Sustituir equipos diésel por eléctricos o híbridos, como grúas RTG y vehículos autónomos, puede reducir emisiones hasta en un 95%. Requiere infraestructura de recarga.
2. Energías renovables. Los puertos están adoptando instalaciones solares y eólicas combinadas con microgrids y baterías para disminuir su dependencia de combustibles fósiles.
3. Cold ironing. Permite a los buques atracados conectarse a la red eléctrica del puerto en lugar de usar motores auxiliares. Aunque supone altos costes de infraestructura, los beneficios en reducción de emisiones y calidad del aire son considerables.
4. Digitalización y optimización. Herramientas como IoT y gemelos digitales optimizan los flujos logísticos, reduciendo inactividad y consumos.
5. Nuevos combustibles. Alternativas como el GNL, el hidrógeno y el amoníaco verde están en desarrollo. El GNL genera menos emisiones que el diésel, mientras que el hidrógeno y el amoníaco prometen revolucionar la industria.