Apenas han transcurrido tres semanas de las Elecciones al Parlamento Europeo, que abren un nuevo capítulo de la Unión Europea, y parece que ya se nos ha olvidado, como si la cosa no fuera con nosotros. Total, qué nos importa lo que se diga o se haga en Bruselas, cuando las cosas verdaderamente importantes se deciden aquí, en casa, ¿verdad?. “Si hoy es martes, esto es Bélgica” era el título de una comedia que en 1969 ganó el Globo de Oro al mejor guión y en la que un grupo de turistas estadounidenses recorría en autocar 9 países europeos en 18 días a un ritmo tan frenético que hacía que perdieran la noción del país en el que se encontraban.
Percibo que, al igual que los turistas estadounidenses de la película, pero sin necesidad de protagonizar una road movie del estilo, muchos ciudadanos europeos siguen aún perdidos, sin tener una noción clara de lo que realmente es Europa y la UE.
Y sin embargo, los 720 recién elegidos diputados al Parlamento Europeo, de los que 59 son españoles, tomarán a lo largo de los próximos cinco años una serie de decisiones clave sobre quiénes dirigirán las instituciones de la UE y reanudarán la labor del Parlamento de aprobar proyectos, iniciativas y leyes que influyen en la vida cotidiana de todos los europeos.
En este sentido, las políticas de transportes e infraestructuras forman parte de las políticas comunes de la UE desde hace décadas y junto con la apertura de los mercados del transporte a la competencia y la creación de la Red Transeuropea de Transporte, el modelo de transporte sostenible ha ganado cada vez más importancia, en particular en el contexto del aumento constante de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector.
Los puertos europeos necesitan acceso más que nunca a una financiación pública suficiente
Afortunadamente, los puertos de la UE, además de cumplir con su función de centros facilitadores del comercio y de la actividad industrial, se están convirtiendo también en centros facilitadores de energías verdes y de economía circular, como importantes pilares de resiliencia geopolítica y geoeconómica. Estas nuevas funciones de los puertos se suman a sus roles tradicionales, generando unas necesidades de inversiones que reflejan su papel cambiante y multidimensional.
Además de las inversiones para desarrollar y modernizar la infraestructura básica, las autoridades portuarias invierten cada vez más en sostenibilidad medioambiental y social para alcanzar las ambiciones europeas, lo que en muchos casos implica proyectos con un alto valor social, pero con retornos de la inversión lentos, bajos e inciertos.
Un reciente estudio de la Organización de Puertos Marítimos Europeos (ESPO) cifra en 80.000 millones de euros las necesidades de inversión en los puertos europeos hasta 2034, siendo las inversiones en sostenibilidad y transición energética la segunda categoría de inversión más importante para las autoridades portuarias.
Por ello, los puertos europeos necesitan más que nunca acceso a una financiación pública suficiente. Sin embargo, no queda claro cómo se puede lograr la necesaria financiación de forma rentable en un contexto económico que apunta a un ritmo de crecimiento más lento y a un futuro en el que la incertidumbre seguirá siendo la variable constante.
Es obvio que los próximos cinco años serán claves para seguir avanzando con éxito hacia el modelo de sostenibilidad económica, social y medioambiental que propugna la UE, donde los puertos tienen reservada una función central, por mucho que un buen número de ciudadanos europeos desafectados de la UE identifican Bruselas con burocracia y los puertos como espacios invisibles, cuando no hostiles.