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Fukuyama, la globalización y el fin de la historia

  • Última actualización
    08 enero 2024 17:05

“El fin de la historia y el último hombre”, el ensayo que en el verano de 1989, meses antes de la caída del Muro de Berlín, puso en órbita al politólogo estadounidense Francis Fukuyama, concluía que la Historia, como lucha de ideologías, terminaría en un mundo final basado en una democracia liberal que se impondría tras el fin de la Guerra Fría. El fin de la historia era interpretado entonces como el fin de las guerras y los conflictos sangrientos.

En esencia, Fukuyama afirmaba que el motor de la historia, que identificaba como el deseo de reconocimiento, se había detenido por la disolución del bloque comunista, lo que dejaba como única opción viable una democracia liberal, tanto en lo económico como en lo político, constituyendo así el llamado pensamiento único. Las ideologías, por tanto, no serían necesarias al ser sustituidas por la economía.

Recuerdo que al año siguiente, cursando el último año de Periodismo, el catedrático de Relaciones Internacionales nos pidió una lectura crítica del texto de Fukuyama, a pesar de las escasas herramientas de las que disponíamos para comprender su impacto en un mundo que cambiaba entonces a pasos agigantados.

Recuerdo también que en mi análisis comenté que la tesis de Fukuyama era plausible solo en el mundo occidental, heredero de la tradición judeocristiana, pero que extramuros del “paraíso” occidental habita la gran mayoría de la población mundial en países sin tradición democrática como China o con una religión como el Islam, alejada de los valores liberales occidentales.

Tras el 11-S en 2001, ya como asesor del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, Fukuyama apuntaba como los cuatro principales desafíos del siglo XXI al déficit democrático en los países islámicos, la unión del extremismo y las tecnologías de armas de destrucción masiva, el alejamiento de Estados Unidos y Europa y la debilidad de los estados.

La logística seguirá siendo crucial para el éxito de cualquier negocio en el contexto de la internacionalización, la regionalización o la globalización

No hace falta recordar los eventos inesperados sucedidos desde entonces, como la pandemia o las guerras de Ucrania y de Gaza como los conflictos más críticos, cuyas consecuencias trascienden los límites regionales y se extienden al ámbito económico con las restricciones que imponen a la libre circulación de personas y mercancías, como ocurre actualmente en el Mar Rojo.

No faltan analistas que interpretan estos y otros eventos como los últimos signos de la crisis de la globalización. En lugar de una integración a escala planetaria, parece surgir la imagen de un mundo cada vez más dividido sobre una base nacional y continental y en torno a esferas de influencia, como las que representan China y Estados Unidos, en lo que parece cada vez más una reedición de la Guerra Fría, pero con focos de desestabilización diseminados en otras áreas.

Se cuestiona también que la globalización constituya la historia real de la economía global de las últimas décadas. El mundo habría experimentado más un proceso de internacionalización o regionalización que de globalización. Pero, sea como sea, la logística seguirá siendo un elemento crucial para el éxito de cualquier negocio en el contexto de la internacionalización, la regionalización o la globalización, mientras que estos fenómenos influyen en los procesos logísticos, generando oportunidades y desafíos. Y el momento actual no es una excepción.

Treinta y cinco años después de que Fukuyama proclamara el fin de la historia, civilización y barbarie siguen combatiendo en el escenario global. La historia no ha terminado. Continúa escribiéndose. Con renglones torcidos.