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Futuro perfecto e imperfecto

  • Última actualización
    17 junio 2024 16:39

En el espacio de dos meses se celebran tres eventos deportivos de la envergadura de la Eurocopa de Alemania, el Tour de Francia y los Juegos Olímpicos de París, que como suele ocurrir en estos casos, incrementan de forma notable la venta de televisores. Y al contrario de lo que ocurre con otros aparatos electrónicos de gran consumo, cuyo tamaño se ha ido reduciendo por la digitalización y la imparable tendencia a la miniaturización de los componentes, las pantallas de televisión, mejores cuanto más grandes.

No es lo mismo ver una final de Eurocopa España-Holanda en una pantalla de 14 pulgadas que hacerlo en una Smart TV de 65 pulgadas 4K. Como tampoco sería lo mismo verla en 3D. Y sin embargo, no habrá nadie que vea esta final en televisión en tres dimensiones. No porque no vayan a ser España y Holanda las selecciones finalistas el 14 de julio en Berlín, sino porque las emisiones en 3D son actualmente inexistentes y los fabricantes de televisores hace años que han renunciado a una tecnología que se anunciaba como “revolucionaria” hace apenas 15 años, cuando la película “Avatar” batía récords de taquilla en los cines.

No fuimos pocos los que por aquel entonces optamos por elevar al altar de nuestros hogares uno de aquellos aparatos que incorporaban el 3D, como adelanto de un futuro hipersensorial al alcance de todos. Error. Quince años después sigo esperando, aunque ya con muy poca fe, la resurrección del 3D y aún conservo las gafas, no tanto por convicción sino porque ni siquiera en Wallapop el precio de venta supera a los costes de envío.

Me queda, al menos, el consuelo de no haber comprado en su día un reproductor Blu-ray o unas Google Glass, aunque éstas no estuvieran al alcance de mis posibilidades.

La Inteligencia Artificial está omnipresente hoy en todos los foros sectoriales, como hace muy poco tiempo lo estaba también Blockchain

Por cierto, ¿se acuerdan de las Google Glass, aquellas gafas de realidad aumentada que hace una década prometían revolucionar la experiencia personal y profesional con múltiples aplicaciones, incluidas las logísticas, como por aquel entonces se anunciaba en publicaciones y ferias sectoriales?.

Promesas incumplidas. Ciertas tecnologías y productos que tanto prometían, se quedaron en el intento. ¿Será también el blockchain una de ellas, como se insinuó la pasada semana en Róterdam en TOC Europe, la cita anual de la industria tecnológica del contenedor? La inteligencia artificial (IA), omnipresente actualmente en todos los foros sectoriales, como hace muy poco tiempo lo era también el blockchain, ha desplazado a éste como tecnología estrella, sin que sepamos muy bien por qué, cuáles son sus ventajas e inconvenientes, sus aplicaciones, o si son excluyentes o complementarias entre sí.

El sector logístico y la industria marítimo-portuaria, dispuestas siempre a abrazar las tecnologías más disruptivas, son su campo de prueba. En 2018, dos potencias globales como IBM y Maersk crearon TradeLens, una plataforma de blockchain con la visión de dar un salto en la digitalización de la cadena de suministro global como una plataforma industrial abierta y neutral.

Aunque si bien TradeLens desarrolló una plataforma viable, no tuvo la colaboración de la industria y como resultado, no alcanzó el nivel de viabilidad comercial necesario, por lo que en 2023 Maersk e IBM decidieron poner fin a la iniciativa.

Desde mi ignorancia, no diré que blockchain está abocada al fracaso, porque si algo me ha demostrado la experiencia es que en cuestión de tecnología, el futuro perfecto no existe. Ni tan siquiera el imperfecto. A lo sumo, el condicional. Podría ser.