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Gracias ministro, ya lo entiendo

  • Última actualización
    09 abril 2025 05:20

Estimado señor ministro. Quiero agradecerle de manera expresa su gesto de atender ayer a Diario del Puerto y, contraviniendo la planificación de su equipo de comunicación, responder ante la inquietud del sector por el inesperado cese del presidente del Organismo Público Puertos del Estado, Álvaro Rodríguez Dapena.

Aunque es el deber de los representantes públicos responder de sus actos ante la ciudadanía con los medios de comunicación como instrumentos delegados, no siempre este derecho se cumple, ni siquiera cuando existe un desconcierto tan palpable como el que vivió ayer el conjunto del sector logístico, del que es voz este medio de comunicación. Insisto, gracias.

De la misma manera, señor ministro, gracias por sus explicaciones porque nos dan la oportunidad de contraponer visiones e ideas. En la mayoría de las circunstancias, muchos prefieren no explicar absolutamente nada y así no tener que entrar en debates de ningún tipo, aun cuando el riesgo de la rumorología siempre está latente.

En todo caso, usted fue ayer más que franco conmigo en la conversación que mantuvimos y eso me permite continuar en este columna con la reflexión, porque al fin y al cabo es también lo que demanda este sector.

No voy a negar que el afecto y la dilatada ligazón de Álvaro Rodríguez Dapena con este sector hacen que en cualquier circunstancia su cese hubiera sido siempre traumático e incomprendido, pero me gustaría desnudar este análisis de cualquier lazo de este tipo y centrarme, señor ministro, en sus palabras, más que claras.

Al respecto, solo puedo decir que no percibo en la actualidad ningún clima de confrontación en el sistema portuario, ni en general, ni en particular, ni en los puertos de un color, ni en los de otro, si es que podemos poner colores a las autoridades portuarias por mucho que sus presidentes sean nombrados por los gobiernos autonómicos, toda vez que lo que se percibe en el sistema es el habitual clima de lealtad institucional.

Evidentemente, hay demandas y reclamaciones, algunas nuevas, otras muy enquistadas, y todos los puertos, cualesquiera que sean, están en la obligación de alzar la voz y defender sus intereses particulares en el debate público en torno al interés general.

Está claro que sin forofismos y sin colmillos es imposible sobrevivir

Lo siento, ministro, pero no veo ni campañas ni demandas obsesivas que no sitúen el actual debate portuario en otro nivel que no sea el de la racionalidad y el de la normalidad.

Otra cosa, muy distinta, señor ministro, y agradezco que abra este debate, es el jolgorio festivalero al que los políticos y aquellos que se disfrazan de políticos elevan cada acto público en cada puerto, convirtiendo cada paseo, cada corte de cinta, cada discurso y cada canutazo en una cadena de zancadillas mútuas, repito, mútuas, donde los carpetillas distinguidas hacen de espadachines de sus señoritos para ver ante la cámara y ante los micrófonos quién se pone la medalla más grande.

En esta guerra de guerrillas, donde presidentes, jefes de gabinete, ministros, consejeros, delegados de Gobierno, secretarios de Estado, directores generales, jefes de Prensa, asistentes y demás farándula caminan con las manos llenas de alfileres para ir colocándolos estratégicamente en las sillas, insisto, en esta guerra tan “política”, es verdad, tiene usted razón, es imposible que tenga sitio al ya cesado presidente de Puertos del Estado, que a buen seguro que, a su juicio, no pone en su lugar a todos esos del PP y su frentismo ni defiende todo lo que debería defender al Gobierno que le ha nombrado.

No obstante, lo más sangrante supongo que es ir a todos los puertos de España y que al presidente que se bate el cobre con ellos en cada plan de Empresa le pongan la alfombra roja y le inunden de agasajos mientras que al representante del Gobierno de turno se le discuta cada gesto en cada acto.

Pero es que, señor ministro, a Dapena se le juzga por su gestión portuaria y no por su color político, un triunfo absoluto de su valía, un nirvana inalcanzable cuando se quiere anteponer la política y sus reglas por delante de todo lo demás.

Y ese “demás”, señor Ministro, supone que los puertos españoles llevan con las tasas y las bonificaciones congeladas desde el año 2023 y sin capacidad comercial debido a que no hay Presupuestos, es decir, por culpa de su “política”; supone que los puertos no pueden cumplir el Marco Estratégico y aplicar una urgente rebaja de las tasas por lo mismo, porque no hay Presupuestos, es decir, por su “política”; supone que la reforma de la Ley de Puertos y la de Navegación Marítima sigue bloqueada por su “política”... y así podríamos seguir con la Ley de Movilidad y mil reformas pendientes hasta el infinito.

Esta claro que en este contexto los técnicos como Dapena tienen todas las de perder. Sin forofismos y sin colmillos es imposible sobrevivir. Lo asumimos, ministro.

“Bastante nos has durado Álvaro...”