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Grande, gordo... y que pese poco

  • Última actualización
    06 septiembre 2024 05:20

Cada día que pasa parece más difícil encontrar la verdad. Nos toca asumir que no hay verdades manifiestas, solo pistas para encontrar la realidad. Si un medio, un político o un juez dicta un comunicado hemos de tener en cuenta su tendencia política y llevar a cabo una corrección inicial en la orientación del mensaje. Lo que queda de la comunicación hay que contrastarlo con otros medios, cotejarlo con otros mensajes, analizarlo con otros enfoques. Si lo que se quiere es oír o gritar el eslogan, rellenar la pancarta o reforzar el fanatismo, todo ese farragoso y agotador proceso te lo ahorras. Pero entonces serás un camueso más, de los muy convencidos de tener la posesión de la verdad absoluta. En cambio, si de lo que se trata es de ver y no solo de mirar, si lo que te importa es la verdad, más allá de tener o no tener razón, no queda otra que dedicar cierto tiempo y ciertas neuronas a la selección del medio y del mensaje, convirtiendo la comparación reflexiva en imprescindible.

A toda esta dificultad para llegar al dato sobre el que construir ideas, se suman los mensajes contradictorios. Incluso los que queremos creer en lo que se nos dice, lo tenemos especialmente difícil en estos tiempos en los que se defiende una cosa y su contraria.

No queremos atascos, pero tampoco queremos que se amplíen las carreteras, ni renunciar a la comodidad del coche. Queremos que se atienda el creciente tráfico de mercancías, pero que los contenedores entren y salgan sin ampliar puertos y sin accesos nuevos. Queremos que siga bajando el paro, que vengan turistas que creen puestos de trabajo y riqueza, pero que no ocupen espacio, que no se les vea. Cada vez hay más y más trabajos que no queremos hacer, pero tampoco queremos que venga nadie a hacerlos. Queremos nuestras pensiones, pero teniendo cada vez menos hijos, viviendo cada vez más, y sin dejar que venga nadie de fuera a completar la cadena productiva. Queremos el mejor servicio logístico, pero con pocos o ningún puerto. Comprar cada vez más cosas, de más lejos, que lleguen antes, pero que los puertos no se amplíen... ni se saturen.

Queremos comprar cada vez más cosas, de más lejos, que lleguen antes, pero que los puertos no se amplíen... ni se saturen

Hacen falta soluciones especialmente imaginativas, urgentes estrategias a corto, medio y largo plazo, consenso y amplitud de miras para analizar, ordenar y gestionar la realidad y luego tomar decisiones que no estén contaminadas por la inmediatez de un voto más o un voto menos.

La realidad de los puertos es tan contundente que ni la manipuladora política va a poder opacarla. No hay más que repasar las cifras y letras del trabajo que hoy publicamos sobre la congestión portuaria para ver que, antes o después, habrá que hablar de la saturación de los grandes nodos logísticos del planeta. El intercambio de bienes y servicios es la piedra sobre la que se ha construido el templo del bienestar, no dejarlo crecer solo puede ir acompañado de alternativas valientes. Puertos interiores perfectamente comunicados, ese parece ser el único futuro que le queda a la inminente saturación de los grandes puertos del planeta. O eso o dejar de comprar y vender mercancías. Lo del pollo grande y gordo... pero que pese poco, confieso que yo no sé cómo se puede hacer.