Sí, yo también leí sexo en lugar de saxo. Aurelio Martínez, presidente de Valenciaport, quiso despertarnos bien el viernes y gracias a sus respuestas en #LaContra de Diario del Puerto PLUS, lo logró. ¿Cómo no leer el resto de entrevista tras ese primer impacto?
Pero después de la sonrisita cómplice, tocó ponerse seria porque nos recordaron que los paraísos medioambientales, o lo que es lo mismo el paquete “Fit for 55” que incorpora el transporte marítimo al Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE y sus consecuencias, no son cosa menor. Ya he hablado de este tema, pero es que las preocupaciones van en aumento ¿y las soluciones?
Como señala Isabelle Ryckbost, secretaria general de ESPO: “Los barcos pueden moverse, los puertos no. El contaminador no pagará, pero se mudará donde sea posible, sin ninguna ganancia de emisiones. No podemos simplemente esperar y monitorizar el daño que resultaría de la propuesta actual”. Esperar nunca soluciona nada. Así que urge tomar medidas contundentes que eviten las escalas evasivas y la deslocalización de las actividades portuarias fuera de la UE (sobre todo, las asociadas al transbordo de contenedores que llegan en megabuques).
Y hay que recordar a todos aquellos que minimicen la importancia de la cuestión, que este asunto no es solo una cosa “española” ni de los puertos del sur, porque el impacto negativo en la conectividad de Europa será una consecuencia directa e inevitable. Si se desarrolla la medida tal cual está toda Europa perdería por una propuesta creada por la propia Europa.
Y no es que la medida no sea necesaria. OK al compromiso con la sostenibilidad medioambiental y la descarbonización de las actividades más contaminantes, de hecho, el sector marítimo-portuario está comprometido con la descarbonización de su actividad; pero ¿podemos acordar medidas que no supongan poner en riesgo el negocio marítimo y logístico por la pérdida de competitividad?
Sobre todo, porque que nosotros seamos los más sostenibles y ecológicos del mundo mundial no sirve de nada si nuestros vecinos (esos puertos de países extracomunitarios, libres de exigencias ambientales y económicas, tanto en el Mediterráneo como en el norte de Europa) siguen con sus prácticas contaminantes y se ofrecen a las navieras con el claim: “Maximicen sus ingresos y reduzcan sus costes”.
Ser pioneros y estupendos está fenomenal, pero de ahí a ser los más tontísimos de la partida, hay muy poco trecho ¿o es que el cambio climático entiende de fronteras y buenas intenciones?