La deflagración se produjo en el apartadero ferroviario de Butano, S.A., inaugurado unas pocas horas antes, después de que cuatro vagones cisterna con butano licuado se incendiaran y estallaran “en la terminal del Puerto Franco”, como escribían las crónicas periodísticas de la época. Los vagones fueron explotando sucesivamente, amenazando con propagarse a los depósitos de combustible de CAMPSA, adyacente al apartadero ferroviario.
Afortunadamente, lo que pudo derivar en una catástrofe de dimensiones incalculables, se saldó con una sola víctima mortal (el jefe de la policía municipal de Santurce, muerto por un infarto al enterarse de lo ocurrido), aunque dejó 778 personas heridas, unas 20.000 evacuadas y 295 viviendas afectadas. En la memoria colectiva de Santurce aquel incidente se recuerda, más de medio siglo después, como “La explosión del butano”.
Unos pocos años después, el 18 de noviembre de 1974, el miedo volvía a las calles de Santurce aledañas a las instalaciones portuarias. La edición de La Gaceta del Norte de aquel día reflejaba lo sucedido: “Santurce (Vizcaya), 18. -Un muerto, dos heridos graves y once de menor consideración, es el balance de víctimas de una fuerte explosión registrada en la zona portuaria de Santurce que ha afectado a un depósito de grano de la empresa Aceprosa (Aceites y Proteínas. Sociedad Anónima), y a una galería subterránea que recorre gran parte del muelle y en la cual hay una tubería de productos petrolíferos. Al parece, la explosión fue debida a una concentración excesiva de gases por la fermentación del maíz almacenado”.
Los vecinos de mayor edad del Santurtzi de hoy, aún recuerdan el miedo que provocaron estos sucesos y no niegan su temor a que puedan volver a repetirse, aunque la tecnología y las medidas de prevención y de seguridad actuales disten mucho, afortunadamente, de las existentes hace 50 años.
Euskadi tiene en la actualidad catorce sirenas de alerta en cuatro zonas con alto riesgo químico. Seis de ellas están en el Puerto de Bilbao, única Autoridad Portuaria que cuenta con una red tan amplia de avisos de emergencia sufragada, además, por la propia entidad.
Sin embargo, las plantas químicas, los depósitos de combustible, los camiones o trenes cisterna cargados con mercancías peligrosas, dentro o fuera de un recinto portuario, no dejan de representar una amenaza, con posibilidades muy improbables de causar una catástrofe, sí, pero no imposibles.
El suceso ocurrido la pasada semana en la empresa química IQOXE,en el Polígon Sud de Tarragona, próximo a las instalaciones portuarias, nos recuerda nuestra vulnerabilidad ante estos sucesos fortuitos e imprevistos. Quienes deciden vivir junto a una instalación con riesgo potencial de accidente químico deben ser conscientes de que dicho riesgo existe, aunque ello no suponga su aceptación. La exigencia de responsabilidades deberá prevalecer siempre.