El calendario avanza inexorablemente, y se acerca la fecha del 1 de enero de 2024, que es cuando se implementará el ETS (Emission Trade System). A pesar de las numerosas voces de entidades, empresas y personalidades solicitando cambios en esta directiva, la Unión Europea por el momento mantiene los tiempos y las formas de esta nueva regulación.
Las peticiones de cambio han sido variadas, habiéndose solicitado por ejemplo una moratoria de dos años similar a la conseguida por el sector de la automoción. También que se aplace la medida ya que, en unos pocos años, la OMI va a instaurar un régimen similar y de obligado cumplimiento para todos los puertos del mundo. Las navieras han sugerido un impuesto global sobre las emisiones, cuyo importe se destinaría a un fondo climático para el desarrollo de infraestructuras portuarias para el suministro de combustibles verdes. Pero hasta el momento, nada está cambiando y todo parece indicar que, en unas semanas, los puertos comunitarios que manejan transbordos sufrirán una desventaja económica en relación con los extracomunitarios.
Mi postura es clara y firme, en defensa de los programas de control de emisiones, y me parece perfecto que Europa lidere la defensa por el medio ambiente. Se podrá hacer distinto y seguro que mejor, pero hay que actuar y hay que hacerlo ya.
El programa “Fit for 55” es un paquete de medidas legislativas que se publicó en julio de 2021 para reducir en 2030 un 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y que ahora se extiende al transporte marítimo. En Europa, se ha calculado que el transporte marítimo es causante de aproximadamente el 4% de las emisiones GEI, y que además dentro del sector del transporte esto supone el 13,5% del total y este porcentaje va subiendo.