Siempre decimos, o decíamos, que este sector, en el fondo, es, o era, inmovilista y endogámico. Llamábamos la atención sobre eso de que las noticias, las temáticas, eran parecidas, año tras año, máxime cuando la puesta en marcha de determinadas infraestructuras se demoraba... eternamente. De un tiempo a esta parte he de reconocer que los tema que asoman en los foros, jornadas, congresos y derivados, son ciertamente nuevos. La estiba, la estabilidad laboral, la tendencia en el tamaño de los buques o la evolución de las nuevas infraestructuras, deja paso a temáticas que podríamos denominar más líricas, menos tangibles, más etéreas quizás. Ahora, además de usarse los siempre rimbombantes términos en inglés y/o sus correspondientes acrónimos, se plantean, día sí y día también, asuntos como la ciberseguridad, la relación puerto-ciudad, la inteligencia artificial, las nuevas tecnologías, la infoestructura, la captación y retención de talento, o el cambio climático. Todo esto sin quitarle el ojo a otro aspecto de rotunda influencia en el día a día: la evolución de los conflictos, crisis y accidentes que se producen en cualquier parte del mundo, a cada instante, y que, cada vez más, tienen repercusión directa sobre la evolución de nuestro sector.
Resulta llamativo que, a la fuerza, los conceptos que se han incorporado al temario que se estudia en jornadas y congresos tengan tanto que ver con las personas. Los profesionales del sector ya no son piezas menores, generadores de conflictos laborales y fácilmente sustituibles. Conseguir la faena no es ya el mayor de los problemas que tiene el empresario logístico. Tener todos los parámetros controlados es su principal reto, vinculado a quién hará la faena y con qué herramientas.
Estar preparados para todo... ese es el reto, el tema actual
Vuelve, miren por dónde, a ponerse de moda cualidades como la agilidad en la toma de decisiones. Ya no se trata de prepararse para esto o aquello. Se trata de estar preparados para todo, incluyendo lo inimaginable y, casi, lo paranormal.
Las empresas logísticas, por su implantación global, deben estar dispuestas a tomar medidas, a cambiar, con velocidad de vértigo, que es justo la mitad de la velocidad punta que están alcanzando ya las novedades que afectan al sector. Ya sea un nuevo avance de la inteligencia artificial, una nueva forma de ataque cibernético, una guerra repentina o una paz inmediata. Todo nos afecta.
No queda otra, como decíamos en artículo anterior, que estar bien informado sobre cómo evolucionan las novedades, las normas, los valores. Con eso se tiene la mitad del puzle. La otra imprescindible pieza de supervivencia consiste en tener a tu gente, tus sistemas informáticos, tu estructura y tus infraestructuras en guardia permanentes, listas para cualquier golpe de timón que sea necesario dar como respuesta a las muchas novedades.
Estar preparados para todo... ese es el reto, el tema actual. Repasar, cada día, qué compone ese todo, qué novedad se ha añadido, qué temática se ha quedado obsoleta, por dónde, en definitiva, vienen los tiros. Cuanto más grande sea la empresa logística más debe entender que eso de mover cajas de metal con cosas es solo una parte de su negocio.
El futuro de la logística está, como nunca antes, en manos de la intuición, de la prospección, de la estrategia de compra o venta de empresas o líneas de negocio. Pensar, con IA o sin ella, más que hacer. La potencia sin control ya no sirve. La táctica y la estrategia, diaria y cambiante, se imponen como elementos de creciente importancia, por encima, incluso, de conseguir mover unas toneladas más o menos.
La clave es saber si estamos suficientemente preparados y... ágiles.