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La logística en tiempos de guerra

  • Última actualización
    10 enero 2025 05:20

Cuando llegué a este mundillo logístico, las barreras físicas entre los puertos y las ciudades eran contundentes, como muros de cárcel, o de manicomio. Más fuertes eran, sin duda, las barreras mentales. Nadie quería que se supiera nada de lo que estaban cociendo en sus muelles, sus almacenes o sus despachos. La idea era que nadie supiera que el esfuerzo inversor, quizás, podría ser más rentable en logística que en otros sectores. Se trataba de mantener la vaca a salvo de los lobos. Con este panorama y... sin internet, es como tuvimos que empezar a elaborar la información diaria. Casi nada. Más allá de volver a destacar penurias de abuelo Cebolleta, es justo reconocer que, desde aquellos años hasta ahora, la caída de los muros físicos y mentales ha sido una constante, hasta llegar a la actual sobrexposición. Antes era la logística un universo oscuro y lejano. Hoy todo el mundo sabe de esto, todo el mundo opina y critica. No sé qué será peor.

Si alguien piensa que planificar para tiempos bélicos es una exageración, no tiene más que poner un par de telediarios

Lo relevante es que más allá de los detalles casi escatológicos de los que tanto gustan la decadente prensa generalista, como polizones, drogas o huelgas, todavía, a pesar de la preponderancia de la luz y los taquígrafos, quedan universos en nuestro sector que no son suficientemente considerados. El valor estratégico del movimiento de mercancías es bien conocido en su vertiente económica, pero no se tiene suficientemente en cuenta que ese mismo valor estratégico es igual o mayor en otros aspectos, como el militar. Sólo los países realmente preocupados por este tema, el de prepararse para un conflicto bélico, se dan cuenta de la máxima importancia que para cualquier país tendría la logística en tiempo de crisis. En un escenario de confrontación, tener navieras, terminales y empresas logísticas realmente potentes cobraría un valor máximo. El poder contar con una estructura logística potente no garantiza victoria alguna. No contar con ella produce cierto terror. Cuanto más se preocupa un país por controlar su posicionamiento estratégico internacional en tiempos de paz o de crisis, más atención presta a la logística. El hecho de que EE.UU., como adelantamos en este Diario, haya incluido a varias empresas logísticas en el listado de “empresas militares chinas”, nos debería abrir los ojos y reflexionar sobre si en España hemos tratado como corresponde a nuestros empresarios logísticos, ya sean navieros, terminalistas, transitarios o transportitas. Deberíamos pensar si no llegará el día en el que nos arrepintamos estrepitosamente de haber dejado perder buena parte del presente y el futuro de nuestra flota mercante, de no haber hecho más por apoyar a las grandes empresas de logística, si se ha ayudado lo necesario para que no fueran desapareciendo una tras otra, engullidas por capital e intereses extranjeros.

Si alguien piensa que planificar para tiempos bélicos es exageración, no tiene más que poner un par de telediarios, o repasar la lista de iluminados que hoy hay al frente de los países más fuertes y, por tanto, más peligrosos del planeta. Una mínima estructura logística fuerte, se nos antoja imprescindible, por una mera cuestión de supervivencia, de seguridad nacional incluso. Un mínimo que, avive el seso y despierte, hemos ido dejando morir en los últimos años. Queda recuperar esa mínima estructura logística estratégica... o rezar.