Está claro que esto de esperar para sacar los grandes proyectos logísticos adelante, para desbloquearlos... igual no es la mejor idea. Sobre todo, cuando el empeño de los anti-puertos es, precisamente, pararlo todo.
No intervienen en los albores de los proyectos, cuando se discute su puesta en marcha, cuando se realizan y concluyen. Incluso podemos encontrar casos en los que apoyan esta o aquella infraestructura. Cuando la obra está concluida, o casi, es cuando se remangan. No tratan entonces de desarrollarla de esta o de aquella manera, ni siquiera de revertir lo construido. Su empeño se vuelca en la paralización de todo. Que nada se haga ni se deshaga. Y es que, tanto si la obra se concluye de una u otra forma, como si se revierte y se devuelve el material de construcción al almacén y los proyectos al lápiz, significará el final del tema. Y eso no.
El tema es necesario para seguir acaparando protagonismo para partidos con escasos votantes, asociaciones sin socios o periodistas comprometidos, con lo suyo. Necesitan conflictos eternos.
La solución contra los que no paran con tal de que todo se pare, no está en quedarse quieto. Hay que presionar. Demasiados asuntos que se han dado por totalmente imposibles hoy han sido finalmente llevados a cabo, a base de presión.
Todo aquel que ha salido adelante, tendrá, seguro, un buen número de ejemplos de cómo lo que era negado para mí fue posible para otro. O viceversa. Llegar a la meta, sobre todo cuando es justa y es necesaria, depende exclusivamente de encontrar el camino adecuado, de mover las piezas correctas, del modo preciso en el momento adecuado.
Los movimientos de MSC en los últimos días, han conseguido, además de poner el tema de la ZAL de Valencia en el candelero de los grandes medios nacionales, que los que tienen algo que decir al respecto lo digan.