Y, sin embargo, la responsabilidad de la Administración, el pecado de la burocracia, entendida ésta como organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le corresponden; como el conjunto de los servidores públicos; como influencia excesiva de los funcionarios en los asuntos públicos, o como ineficiencia causada por el papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas, tiene su propia coartada al amparo de una paradoja.
Y es que, como paradigma de estabilidad y permanencia, la Administración se enfrenta a un escenario de cambios vertiginosos marcado por la incertidumbre, la fragmentación, las desigualdades y la digitalización. Superar ese contrasentido, enfrentar esta paradoja, exige transformar la Administración para hacerla más íntegra, más ágil, con costes razonables, que rinda cuentas y que esté centrada en el ciudadano y en las empresas que generan la riqueza y el empleo que vertebra la sociedad. Sin embargo, ante esta misma paradoja, la respuesta de la Administración viene a menudo dada desde su propia inercia, como la propiedad de los cuerpos de mantener su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza. O, como define este término, la RAE, desde la desidia y la rutina.
En “Vuelva usted mañana”, Fígaro le decía a su amigo francés Mr. Sans-délai:
- Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
-¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad -contestó Mr. Sans-délai-.
-Todos os comunicarán su inercia -sentenció Fígaro-.
La aprobación del nuevo Marco Estratégico posiblemente no elimine el desencanto en muchas de las personas y agentes empresariales que han defendido su revisión
En “El ministerial”, otro de sus artículos, Fígaro relata que “el ministerial anda a paso de reforma; es decir, que más parece que se columpia, sin moverse de un sitio, que no que anda. El ministerial es ser que dará chasco a cualquiera, ni más ni menos que su amo. Todas las esperanzas anteriores, sus antecedentes todos se estrellan al llegar al sillón”.
Es de celebrar que, tras la remisión de alegaciones al nuevo Marco Estratégico del Sistema Portuario de Interés General, el mismo pueda ser finalmente aprobado durante el primer trimestre de este año, aunque ello posiblemente no elimine el desencanto en muchas de las personas y agentes empresariales que han defendido su revisión. Hace sólo 18 días, el ya ex-presidente del Puerto de Santander, Jaime González, uno de los que más ardor puso en su impulso, renunció al cargo “desencantado” con un sistema portuario “tremendamente mejorable”, “desencantado” con la “lentitud con la que el sistema publico afronta los cambios”.
Entretanto, en la sede de OPPE, los sindicatos mantienen su encierro a la espera de que la CECIR, o sea, el Ministerio de Hacienda, autorice la masa salarial anual adicional pactada en el convenio colectivo de Puertos y AA.PP de 2019.
Entre paradojas, inercias y desencantos, pasan los días, los meses y los años. Pero como remataba Fïgaro en “Vuelva usted mañana”: “Da gracias a que llegó por fin este mañana que no es del todo malo: pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!” .