En primer lugar, quiero expresar mis mas sinceras condolencias a las familias y a las comunidades afectadas por la DANA, causando numerosas pérdidas de vidas humanas y dejando un impacto devastador en el entorno. Ahora es el momento de la empatía y de ayudar en lo posible. Tiempo habrá de estudiar como mejorar las previsiones y los planes de emergencia, y depurar responsabilidades si es necesario.
Dado que cada vez se producen con mayor frecuencia y en más lugares, fenómenos naturales con graves efectos para los territorios, quería reflexionar sobre el papel que juegan las navieras a la hora de gestionar estas situaciones. Dos de los conceptos más relevantes que se ven afectados por una interrupción abrupta de la normalidad de servicio son las demoras de los contenedores y las ocupaciones en puerto. Las navieras establecen unos días para una vez llegado el contenedor lleno a puerto sea vaciado y devuelto al lugar indicado, y superado el periodo de franquicia, se aplican unos cargos por contenedor y día. Existen tarifas generales, y en muchos casos se negocian precios especiales con clientes que aporten un cierto volumen y/o regularidad. En los casos de lluvias torrenciales, huracanes, tornados, terremotos..., es práctica habitual que se extiendan estos días libres para no gravar a las industrias y clientes que ven sus negocios afectados por las causas descritas. La centralización y automatización de la gestión documental y operativa de muchas navieras puede hacer mas lenta o engorrosa gestionar estas excepciones, pero puedo asegurar que se atienden las peticiones que plantean sus agentes.
Para los contenedores ya llegados o embarcados no debería haber recargos por costes extraordinarios
El otro gran concepto son las ocupaciones de espacio en terminal, que se han ido encareciendo, a medida que los aumentos de tráficos afectan la capacidad de almacenamiento en puerto, y es necesario que haya una mayor rotación de los equipos. La compañía marítima y la terminal acuerdan por contrato la franquicia y el coste diario de la ocupación de sus contenedores, y es la naviera a través de sus consignatarios los que la facturan a sus clientes. En las situaciones climatológicas descritas, es asimismo una práctica habitual que la terminal conceda una extensión de los días libres de cargos para no ahondar en los daños que sufren las empresas afectadas.
También hay afectaciones al transporte intermodal, por ejemplo con las navieras con carga pendiente en estos momentos de entregar en Madrid por ferrocarril. En este caso se deberá renegociar con los clientes el transporte por camión, aplicando la diferencia de coste.
El nivel de fletes no tiene una relación directa con estos fenómenos, ya que hablamos de carga que ya ha llegado a puerto o está embarcada. La lógica de los fletes es difícil de predecir, pero acostumbra a ir ligada a tendencias generales del mercado y de la competencia. Es cierto que una afectación meteorológica que conlleve afectaciones de larga duración para la normal operatividad en un puerto, pueda hacer que se establezca algún recargo para compensar los costes extraordinarios de la naviera, pero no para los contenedores ya llegados o embarcados.
Por último quiero insistir en el compromiso que todos los actores del transporte marítimo debemos tener para aumentar la sostenibilidad. Combustibles menos contaminantes, electrificación de muelles, reducir el impacto del transporte terrestre y hacer mas eficientes las operativas portuarias, son cuestiones imprescindibles. Es tarea de todos el conseguirlo.