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Lo que no necesita el ferrocarril

  • Última actualización
    10 septiembre 2024 05:20

Pasan los años y la situación del transporte ferroviario de mercancías sigue sostenida con alfileres. Visto con perspectiva, poco efecto han producido los planes y estrategias pergeñados por todos y cada uno de los ministros y ministras del ramo, a pesar de su loable objetivo, que no era (y aún es) otro que lograr que la cuota de carga que se sube al tren crezca hasta poder igualarnos a nuestros países vecinos.

Hoy día, esa cuota no llega ni al 4%. Y no será porque la Administración y el sector privado no lo hayan intentado todo. Si ese porcentaje hoy día no es más bajo es gracias al incansable trabajo que se realiza tanto desde el ministerio como desde los despachos de las empresas que apuestan por el tren. No vamos a volver a desgranar en este Punto de Fuga las razones que nos han llevado a esta situación, y que podrían ser infinitas. Lo que llama poderosamente la atención es que esa bajísima cuota existe en un país en el que se lleva abonando el terreno lo suficiente para que esa cuota fuera más alta.

Cuando hablamos de abonar este “campo” no hay que pensar únicamente en incentivos y ayudas a ese transporte ferroviario. Esta es sólo una de las piezas del rompecabezas. La apuesta por el tren en los entornos portuarios, tanto en infraestructuras como en servicios específicos; el desarrollo de puertos secos y estaciones intermodales, conectados tanto a los puertos como a la red ferroviaria general; las mejoras introducidas en líneas ferroviarias prácticamente abandonadas y que ahora han logrado más que triplicar sus circulaciones diarias, con la conexión entre Sagunto, Teruel y Zaragoza como claro ejemplo de que si se quiere, se puede; y el futuro desarrollo de las autopistas ferroviarias, con la primera entre Madrid y Valencia ya en marcha; son sólo piezas de ese rompecabezas del que hablábamos antes.

El transporte ferroviario de mercancías no necesita salvadores de última hora

Si buscan en la hemeroteca de Diario del Puerto, encontrarán cientos de excelentes trabajos periodísticos en los que se desgranan las razones por las que, a pesar de un contexto que podríamos tildar de favorable para este medio de transporte, no logra aumentar su cuota. ¿Necesitamos más infraestructuras ferroviarias? Sí. ¿Necesitamos un mayor músculo inversor? Probablemente. ¿Necesitamos una mayor cultura ferroviaria relacionada con la carga en este país? Seguramente.

Y, sobre todo, necesitamos profesionales cualificados y con experiencia que conozcan el modo, y sepan de qué hablamos cuando hablamos de potenciar el transporte ferroviario de mercancías. Con esto no quiero decir que no los haya ya en España. En este país contamos con muchos de ellos, personas que tanto desde sus puestos en la Administración Pública como desde la iniciativa privada trabajan sin descanso para que algún día esa cuota deje de ir hacia abajo y comience a escalar posiciones.

Hablamos mucho de lo que es necesario para dejar atrás ese 4%, pero casi no hablamos, salvo excepciones contadas, de lo que no necesita el ferrocarril, una lista que, por otro lado, sería también muy extensa. Y una de las cosas que no necesita son salvadores de última hora cuyo conocimiento del transporte ferroviario de mercancías se limita única y exclusivamente a los dos o tres eslóganes de siempre. Es ese desconocimiento -que como ustedes ya saben es muy atrevido- el que les lleva a lanzar propuestas hechas a vuelapluma en las que se mezclan pasajeros y carga, conexiones portuarias y subvenciones europeas. Propuestas, en suma, que provocan provocando, la sorpresa de aquellos que sí saben de qué va esto del tren. Por favor, si hablan de transporte ferroviario, háganlo con propiedad. Si no, mejor quédense callados.