Menú
Suscripción

Lo que nos enseña el Mar Rojo

  • Última actualización
    18 enero 2024 05:20

Una vez hemos terminado de lamentarnos, de aullar por las esquinas y flagelarnos con el látigo de puntas por los efectos de la crisis del Mar Rojo en nuestro sector, llega el momento de sentarnos como logísticos que somos y analizar la situación con frialdad.

Nuevamente, han sido los medios de comunicación generalistas los que han elevado el nivel de interés de la situación, ya no tanto por el origen y las consecuencias del conflicto, sino por los efectos que para la economía occidental está teniendo la situación. Eso es así.

Es una evidencia que las dificultades en la ruta marítima que atraviesa el Canal de Suez están provocando en un primer momento un aumento de los tiempos de tránsito, la subida de los fletes y un posible colapso de infraestructuras en puertos y terminales, subrayo lo de posible.

Mientras dura la incertidumbre y las navieras desvían sus rutas provisionalmente por el sur de África, el sentido común y los números nos indican que, efectivamente, los efectos están siendo más que sensibles desde el plano económico, tanto para los operadores de transporte como para los importadores y exportadores.

Con el Canal de Suez cerrado, el Mar Mediterráneo pasa de ser un riñón con vía de acceso y salida a un “cul de sac” o un globo con una única entrada de aire

Pero ustedes saben, igual que yo, que aquí no hay nadie dispuesto a perder dinero eternamente. Si la situación geopolítica se enquista y la ruta del Mar Rojo pasa a ser esquivada indefinidamente, se va a dibujar un nuevo mapa marítimo en el que muchos van a salir perdiendo, obvio, pero otros muchos van a ganar.

Vaya por delante que los primeros damnificados, más allá por supuesto de todas las víctimas del conflicto, serán todas aquellas personas que van a tener que pagar más por lo mismos productos debido, entre otras cuestiones, al encarecimiento del transporte. Estas subidas, no lo olvidemos, se van repercutiendo de eslabón en eslabón hasta que alcanzan al más débil, al ciudadano de a pie.

Pero llegados al extremo de asumir un nuevo elemento inflacionario, conviene repasar la forma del Mar Mediterráneo y concluir que con el Canal de Suez cerrado, el Mediterráneo pasa de ser un riñón con vía de acceso y salida a un “cul de sac” o un globo con una única entrada de aire.

Las circunstancias pangeáticas y el movimiento de las placas tectónicas quisieron que hoy los puertos del sur de Europa occidental tengan la posibilidad de erigirse como la “puerta del Mediterráneo”. Las Palmas y Tenerife, Algeciras, Valencia o Barcelona (también Tanger Med, no lo olvidemos), por citar los más relevantes, son puntales que pueden aprovechar la oportunidad que brinda el transbordo y restar el protagonismo de otros como Giogia Tauro, El Pireo o Port Said, algunos de los más perjudicados por la crisis del Mar Rojo.

Conviene, por lo tanto, asumir cuanto antes la realidad y trabajar con inteligencia para convertir esta crisis en una oportunidad. Tengo la sensación de que la palabra clave en todo este asunto es previsión: adelantarse a las circunstancias, prever situaciones y activar respuestas.

Por cierto, todo el circo mediático en torno a la situación del Mar Rojo ayuda, una vez más, a significar el valor del comercio marítimo mundial y la dependencia que tiene nuestra sociedad de una cadena logística bien tensada y engrasada. Ahí lo dejo.