Aún queda verano. Hasta el 22 de septiembre a las 14 horas y 44 minutos hora oficial peninsular, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional. Quien no se consuela es porque no quiere. Y quien sufre estos primeros días de septiembre de síndrome postvacacional es porque tiene un problema. No tanto porque haya disfrutado de unas excelentes vacaciones, sino porque adolece de los mecanismos mentales y emocionales necesarios para gestionar el cambio de su condición de “homo festus” a “homo laboris”, que no son sino las dos caras de la misma moneda, la romana que mostraba a Jano, el dios de los inicios y los umbrales, con dos caras, mirando hacia ambos lados de su perfil.
Inmersos ya en esta nueva temporada laboral y logística, cuando los días aún invitan al “dolce far niente”, se agradecen, al menos, iniciativas como la que desde hace varios años viene impulsando Puertos del Estado, junto a la Autoridad Portuaria de Santander y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), durante la primera semana de septiembre, con motivo de la celebración de la Semana Portuaria de la UIMP en el marco de la Universidad Corporativa Portuaria, figura dotada de proyección internacional, cuya finalidad es ofrecer programas de capacitación alineados y adaptados a las necesidades estratégicas del sector.
Concebido y organizado a modo de escuela de verano, la Semana Portuaria UIMP 2024, que se desarrolla desde este martes 3 de septiembre hasta el viernes 6 en el Palacio de La Magdalena de Santander, persigue tanto explorar, compartir conocimiento, proveer de pensamiento fresco y estimulante, como fomentar el diálogo y la reflexión.
Los puertos, junto con sus comunidades y redes logísticas, se enfrentan actualmente a los desafíos que supone la gran ola de cambio que ha comenzado a transformar sus modos de hacer y crear valor. En este escenario que convierte las certidumbres en incertidumbres y acelera el tránsito de un mundo “sólido”, estable y y repetitivo, a un mundo “líquido” y cambiante, es más necesario que nunca saber manejar la incertidumbre y adaptarse al cambio.