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Megacruceros y megachorradas

  • Última actualización
    13 junio 2024 05:20

No me cansaré de repetirlo: cuando la política entra por la puerta de nuestro sector, la lógica salta por la ventana. Esto no es una suerte de refrán, sino más bien una realidad contrastada que se reproduce inalterable cada cierto tiempo esté quien esté en el gobierno.

No algo específico de un puerto, porque casi todos se las han tenido que ver alguna vez con la inconsistencia de un discurso político, pero hay que reconocer que algunos recintos se llevan la palma en los últimos años. Que se lo digan a Valencia...

No ha habido suficiente presión política y mediática con asuntos como la Terminal Norte o la ZAL, que ahora que parecía que las aguas retomaban su cauce nos despertamos con una nueva polémica, surgida de la nada, que vuelve a poner a los puertos en el disparadero.

La alcaldesa valenciana, María José Catalá, se descolgó hace unas semanas con unas manifestaciones en las que aseguraba que se iba a limitar la escala de megacruceros en el recinto valenciano ya que, según dijo, las “ciudades flotantes son malas” porque “generan un turismo muy poco interesante para la ciudad, grupos muy numerosos, pocas horas en la ciudad y poca inversión por pasajero”. A cambio, proponía realizar un trabajo conjunto entre Ayuntamiento y APV para acordar limitaciones tanto de tamaño de buques como de número de pasajeros, a partir de 2026.

¿Qué quieren que les diga? Sinceramente, sigo echando en falta más nivel en el discurso político de quienes nos gobiernan. No digo que el fondo de la cuestión que plantea Catalá sea falso, pero la forma de llevarlo a la opinión pública, generando un problema y un enfrentamiento donde no hay nada, es de una superficialidad mayúscula.

Sigo echando en falta más nivel en el discurso político de quienes nos gobiernan

¿Cuántos de esos megacruceros escalan anualmente en Valencia? ¿Cuántos de ellos coinciden atracados simultáneamente en el puerto? ¿Cuántos miles y miles de cruceristas han colapsado las calles de Valencia? ¿Dónde están las protestas vecinales? ¿Qué opinan los comerciantes al respecto? ¿Y los hosteleros? ¿Y las empresas de alquiler de autobuses? ¿Y las que gestionan visitas de grupo? Si no recalaran cruceros en Valencia ¿saldríamos como posesos a buscarlos rogando un puñado de escalas al año? Ya les digo yo que sí, precisamente porque es lo que se ha hecho durante muchos años.

En Valencia se están poniendo la venda antes de tener la herida y se están asumiendo como propios los grandes problemas a los que se enfrentan otras ciudades y otros puertos.

Defiendo la previsión y me encanta la toma de decisiones encaminada a minimizar riesgos futuros, pero me gusta todavía más el sentido común, la racionalidad y la lógica.

De la misma forma que se dijo, se explicó y asimiló que la Terminal Norte de contenedores iba a ser la última posible, el tráfico de cruceros en Valencia tendrá unas limitaciones derivadas tanto del tamaño del puerto como de la propia ciudad. Y eso no es una mala noticia, ni un infierno ni nada que se le parezca. Es lógica.

El discurso de Catalá respecto a los cruceros me parece torpe por la sencilla razón de que vuelve a asociar al puerto con la negatividad y refuerza la idea de quienes piensan que todo alrededor del recinto portuario es malo, nocivo y diabólico. Posiblemente, ella no quería... pero lo hizo.

Valencia está muy a tiempo de definir el tipo de turismo que quiere para su ciudad. En el caso de los cruceros, es importante que se sienten todos (ciudadanos, comerciantes, puerto y políticos, etc.) para saber dónde están y cuál va a ser el futuro. Aprovechemos la experiencia de otros puertos para aprender de ella y no tendremos que lamentarnos.