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Militares y logísticos

  • Última actualización
    15 noviembre 2024 05:20

Queramos o no, mientras que los gobiernos tengan en su lista de prioridades mil temas antes que el medioambiente, el planeta seguirá su caída libre hacia nuestra eliminación. Está demostrado que sobrevivirá y se regenerará, rápidamente, en cuanto se libre de nosotros. Como no tenemos arreglo, volveremos a vivir nevadas rotundas o inundaciones brutales. Sí o sí. Cada vez los fenómenos meteorológicos serán más extremos. Por tanto, no queda otra que prepararnos lo mejor posible, cada uno en su territorio, para luchar contra le llegada de estas tragedias meteorológicas que solo tendrían arreglo con un consenso planetario. Dos palabras, estas últimas, que es imposible concebir juntas.

Aprender de lo que ha pasado en Valencia se hace imprescindible. La fuerza destructiva de estos fenómenos extremos (no hablo de los políticos negligentes) sólo se puede paliar con la movilización de medios humanos y técnicos acordes a la tragedia. En esta ocasión había y hay medios humanos y técnicos como para atender diez emergencias como la vivida en Valencia. Solo ha fallado lo de casi siempre: organización. Los inmensos daños sufridos no se hubieran evitado, pero a buen seguro que se hubieran minimizado. Deberíamos aprender, aunque dudo que así sea, que trabajar sin organización y su imprescindible liderazgo puede llegar a ocasionar más problemas que soluciones.

Los militares y los profesionales de la logística tienen preparación y conocimiento para manejar situaciones complejas

Lo primero que ya hemos confirmado, de nuevo, es que no todos valen para todo. La labor impecable de algunos alcaldes de distintas localidades de Valencia sirve para subrayar que no todos los políticos son iguales, pero también para dejar claro que los hay realmente inadecuados para gestionar emergencias de esta envergadura. Debe ser, sin duda, un equipo específico, especialista, apolítico, quien determine cuándo se activan y cuándo se desactivan las alertas, que tan torpe es alertar horas después de que el agua llegue al cuello, como mantener la prohibición de salir de casa cuando hace muchas horas que se desactivó la alerta roja. Un equipo que gestione los medios humanos y técnicos, cuándo, cómo y dónde activarlos, antes, durante y después de la crisis. Esperar a que activen la alerta los que ni siquiera saben que hay un sistema de alerta esperando a ser activado, no parece la mejor opción.

Sería genial trabajar con liderazgo, centralización y organización. Si eso se consigue, con una décima parte de los recursos empleados se hubieran alcanzado resultados mil veces mejores. Miles de manos dispuestas a trabajar, toda la maquinaria necesaria, de Valencia, España o Europa, todo el dinero que se precise... se han puesto a disposición de buscar una solución inmediata a la tragedia. Ni un solo cubo de barro se debiera haber movido sin pensarlo antes. Ni un céntimo gastado sin su correspondiente análisis. Mover, como yo mismo hice, carretillas de barro de una casa a una calle, arrastrar barro a las alcantarillas o amontonar ropa y agua en cualquier parte... puede ser más problema que solución. Si no se sabe por qué se hacen las cosas hoy, es mejor esperar a mañana para hacerlas con sentido.

Sería ideal un único punto de recaudación de fondos, un único punto de gestión de voluntarios, de detección de necesidades y de organización de la ayuda que en cada momento se necesite. Todo lo demás son necesidades sobre atendidas, carencias sin atender, saturación de voluntarios en unos puntos, desatención en otros, alertas cuando ya no hay arreglo o cuando no hay necesidad.

No es fácil, pero sí necesario. ¿Quién tiene capacidad de organizar semejante situación? Los militares y los profesionales de la logística tienen preparación y conocimiento para manejar situaciones complejas. Qué buenos vasallos, si hubiera buen señor.