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Musk y Trump, jaque al made in China

  • Última actualización
    14 noviembre 2024 05:20

Todavía hay quien no entiende muy bien el desaforado apoyo del magnate Elon Musk a Donald Trump en su carrera de regreso a la Casa Blanca. Y el caso es que no hay que ser un lince para comprender que Musk no perseguía el carguete que el martes le regaló el futuro nuevo presidente de los Estados Unidos al nombrarlo encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental, junto a Vivek Ramaswamy.

Su cometido, según ha dicho el mismo Trump, no es otro que “allanar el camino para que mi Administración desmantele la burocracia gubernamental, reduzca el exceso de regulaciones, reduzca los gastos innecesarios y reestructure las agencias federales”.

Si algo ha demostrado Musk es su capacidad para ganar pasta (otra cosa es a costa de qué o de quién) por lo que no es de extrañar que la obtusa y monotemática visión de Trump haya reducido el foco de la gestión a una extrapolación de los resultados empresariales de su nuevo compañero en el gobierno.

Pero vamos a lo nuestro. A nadie se le escapa que la política proteccionista de Estados Unidos frente a China se va a ver doblada, o muy reforzada, con la intervención de Musk. Si nos detenemos a pensar solamente en la creciente e imparable competencia de los vehículos eléctricos chinos que ya están extendiéndose por todo el mundo, no es de extrañar que el dueño de Tesla vaya a defender una política arancelaria (ya prevista por Trump, la verdad) que va a hacer muy compleja la competitividad de los productos made in China.

Pero el de los coches es solo un ejemplo. Estados Unidos es el sexto comprador mundial de productos españoles, el primero no comunitario, con una cuota de casi el 5% de las exportaciones de España. Aunque muy poco a poco, durante el último lustro hemos ido sumando décimas a esa cuota que puede perfectamente iniciar una senda de bajada.

Y vayamos un poco más allá. Estados Unidos es nuestro quinto proveedor mundial de mercancías (el segundo no comunitario detrás de China), con una cuota del 6,7% de nuestras importaciones totales y una clara progresión al alza en los últimos siete años.

Tal y como explicaba el profesor Vicente Pallardó en la última edición de Diario del Puerto Plus (no se lo pierdan, por favor), Trump va a recurrir a aranceles masivos y una política industrial horizontal (menos impuestos). Asimismo, impondrá restricciones a exportaciones críticas a rivales estratégicos (China), intentando atraer a Europa y Japón en la misma dirección.

Los datos no indican que tengamos una dependencia excesiva de este país norteamericano (incido en lo de excesiva), pero es evidente que el trozo del pastel es importante y afecta directamente al transporte marítimo, además de al tejido exportador, obvio.

Efectivamente, la mayor parte del intercambio de mercancías entre España y Estados Unidos se produce por vía marítima, lo que sitúa a este país en el segundo del mundo (siempre China delante) en tráfico con puertos como Barcelona o Valencia.

Conviene estar vigilantes y abrir el foco hacia destinos o procedencias que ahora mismo no nos generen tanta incertidumbre como el mercado norteamericano. Hablaba antes de la batalla de los eléctricos, pero se trata de un caso perfectamente extrapolable a otras mercancías que exportamos masivamente.

No hay que ser un lince para comprender que Musk no perseguía el carguete que el martes le regaló Trump