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Nada entre la Aduana y el mar

  • Última actualización
    21 febrero 2025 05:20

Ahí lo tienen. Ya no hace falta imaginarlo. ¡Cómo queda esa zona de la Dársena Interior del Puerto de Valencia sin las bases de los sindicatos que allí había! Acaban de derribar la antigua base del Alinghi. En 2007 dijeron que cuando acabara la Copa del América la quitarían. Ha sido cierto... 18 años después.

La desaparición de la base ha dejado al descubierto la fachada marítima que nunca debió ocultarse, o al menos no por tanto tiempo. Ahí está el edificio de la Aduana Marítima de Valencia, ejemplo de arquitectura clasicista y un punto de referencia cultural y turístico de Valencia, todo un símbolo de la rica historia marítima y comercial de la ciudad. Lo dice Wikipedia.

Ahora, al fin, entre esa espectacular fachada y el mar hay lo que tiene que haber: nada.

Ya hemos escrito de esto otras veces, lo sé. Pero en esta ocasión, el amigo lector que tenga oportunidad, puede, por unos días, me temo, comprobar cómo queda la Dársena sin el tanatorio gigante que acaban de derribar.

No se lo pierdan. Pasen y vean.

Lo que me desconcierta, lo confieso, es que no haya manifestaciones de esos que dicen defender la ciudad, el paisaje y todo eso. Nadie encadenado. Ningún megáfono en la zona. Ninguna rima corrosiva en el ambiente. Nos taparán la visión del mar, dividirán el valor de los edificios públicos que van a ocultar tras cristal y cemento, y nadie dirá nada.

Nos mata que ese maravilloso espacio se pierda, como lágrimas en la lluvia, para construir ahí lo que debería ir a un parque tecnológico o un polígono industrial

Debe ser que los que somos de secano valoramos la visión del mar más que los costeros. Por eso nos mata que ese maravilloso espacio se pierda, como lágrimas en la lluvia, para construir ahí lo que debería ir a un parque tecnológico o un polígono industrial. Al parecer, ese idílico espacio tiene los días contados. Los planes de los que mandan, nuestro iluminados políticos y grandes magnates, han determinado que ahí vaya otro edificio. En lugar de quitar los que nunca debieron haberse construido ahí, van a poner otro.

Publicamos hoy en Diario del Puerto una imagen clara y rotunda de lo que se va a perder. Si no pueden acercarse a la Dársena Interior a echar un vistazo, vean la imagen de lo que en breve se perderá para siempre.

Vivimos en una sociedad desconcertada con esto del medioambiente, la naturaleza, la huerta, la tierra, el mar, el paisaje... Uno no sabe a qué atenerse. Vamos, en un mismo planeta, de no poder mover una alcachofa de sitio al “drill baby drill”; de pagar por las emisiones contaminantes vertidas aquí, pero no por las que se suelten unos kilómetros más allá; de derribar el complejo del Algarrobico por estar muy cerca del mar, a construir entre aplausos en la misma orilla del mismo mar.

Ya me perdonarán los amigos lectores por ser tan cansino con esto. Les debe quedar el consuelo de que hay quien me soporta mucho más. Cada vez que paseo por ese maravilloso entorno, los tacos, blasfemias y juramentos recuerdan a cuando me pillé con la cremallera.

Ya solo queda aconsejar que no pasen por ahí cuando se levante el nuevo edificio entre la Aduana y el mar. O tienen muy poca sensibilidad o el estomague no se lo va a quitar nadie.

Dicen que solo se valora lo que se pierde. Que se añora lo que no se tiene. Debe ser por eso que los que en nuestro pueblo no tenemos mar, sufrimos tanto y tan verdaderamente con este tipo de cosas.

Si esto lo tuviéramos en Alcolea de Calatrava no lo tapaba ningún dios. Al menos ninguno terrenal.