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Noatum Enterprise

  • Última actualización
    06 julio 2023 05:20

Recuerdo con nitidez una de mis primeras visitas a las instalaciones de Marítima del Mediterráneo ubicadas en la calle Barraca del valenciano barrio del Cabanyal. Eran unos locales pequeños para la cantidad de personas que había allí; al fondo, emergía la figura de un joven Antonio Campoy (rondaría entonces los 40 años), rodeado por insignes trabajadores de la empresa, casi todos mayores que él, que ya entonces le profesaban una particular devoción y respeto.

Casualidades de la vida (si es que existen), muy cerca de la entrada me sorprendí al reconocer a mi gran amigo de la infancia, una de esas personas imprescindibles que se cruzaba de nuevo en mi vida, ahora en la profesional. “¡Madre mía- pensé- Joaquín Ramón Lestau había aterrizado en el sector. Una persona lista como parece Antonio Campoy va a tener la suerte de cara si sabe sacar partido a este inteligente guasón”.

En aquella visita tuve una visión y es que, intuyendo las capacidades de Antonio Campoy y las cualidades profesionales de los allí presentes, aquella unión podía ser muy próspera a lo largo de los años. No me equivoqué.

(Me van a permitir aquí una licencia que tiene mucho de personal: cuando vi a mi amigo Chimo en aquellas oficinas supe que esa empresa iba a funcionar; no es que le atribuya la responsabilidad del éxito, ni mucho menos, pero sí la capacidad de implicarse hasta el extremo desde un segundo plano con una visión preclara de la estrategia y una fidelidad máxima; un reflejo de su forma de entender la amistad y que tanto valoro con el paso del tiempo).

Aquella era una empresa curiosa. No destaca especialmente entre las muchas que se manejaban entre el “no me pilles que no te veo” y el “entre pillos anda el juego”, pero allí estaba sacando la cabeza en el sector del shipping. Esa nave era algo así como un “Halconcillo Milenario” hecho de remiendos y despieces de vetustas navieras y anquilosadas consignatarias. Afortunadamente para ellos, sus dos primeros comandantes (Antonio García Amiama y Josep Trius Collazos) fueron águilas imperiales del shipping que supieron, junto con los fundadores y su equipo, esbozar lo que hoy es Noatum, impulsando un dinamismo empresarial capaz de adaptarse rápidamente a los vaivenes de un mercado cada vez más globalizado.

Aquella empresa era un “Halconcillo Milenario”

Hay que dimensionar la actual Noatum porque se trata de un paradigma que podría analizarse en las escuelas del shipping. No porque lo diga yo, sino porque quien se ha ido a fijar en esta nave es un “very big fish” que ha sabido valorar un crecimiento en estos 25 años de casi 25 veces su tamaño. Estos son los datos: Noatum cerró el ejercicio 2022 facturando más de 1.600 millones de euros y generando un EBITDA de 116 millones de euros.

Noatum se ha convertidoen la nave Enterprise de Star Trek (con tres puentes de mando: Maritime -Jordi Trius-, Logistics -Rafael Torres- y Terminals -Joaquín Ramón-) porque Antonio Campoy (CEO) ha sabido aglutinar a su alrededor un equipo humano excepcional. A ellos se han sumado perfiles como el de Boniface Berthelot (CFO) o el de Óscar Rodríguez (CCO) que han contribuido decisivamente para que la nave se desplazara a toda máquina y el fondo soberano emiratí ADQ fijara sus ojos en ella.

Tengo la certeza de que Antonio Campoy ya tiene un plan para consensuar con la propiedad que implique volver a quintuplicar el tamaño de Noatum en los próximos 5 años. Porque, además, va a ser el equipo de Noatum el que se encargue de gestionar el cluster logístico de ADP y eso, como se ha demostrado, es una garantía de éxito.

Enhorabuena, Antonio, a ti y a todo el capital humano de Noatum. “Larga vida y prosperidad”, que diría Spock. Por cierto, Antonio, espero que estas líneas, escritas desde el cariño y la admiración, sirvan recordarte que me debes una entrevista, la primera de las muchas que te van a solicitar en los próximos días, porque estas cosas no suceden todos los días.