Recuerdo con nitidez una de mis primeras visitas a las instalaciones de Marítima del Mediterráneo ubicadas en la calle Barraca del valenciano barrio del Cabanyal. Eran unos locales pequeños para la cantidad de personas que había allí; al fondo, emergía la figura de un joven Antonio Campoy (rondaría entonces los 40 años), rodeado por insignes trabajadores de la empresa, casi todos mayores que él, que ya entonces le profesaban una particular devoción y respeto.
Casualidades de la vida (si es que existen), muy cerca de la entrada me sorprendí al reconocer a mi gran amigo de la infancia, una de esas personas imprescindibles que se cruzaba de nuevo en mi vida, ahora en la profesional. “¡Madre mía- pensé- Joaquín Ramón Lestau había aterrizado en el sector. Una persona lista como parece Antonio Campoy va a tener la suerte de cara si sabe sacar partido a este inteligente guasón”.
En aquella visita tuve una visión y es que, intuyendo las capacidades de Antonio Campoy y las cualidades profesionales de los allí presentes, aquella unión podía ser muy próspera a lo largo de los años. No me equivoqué.
(Me van a permitir aquí una licencia que tiene mucho de personal: cuando vi a mi amigo Chimo en aquellas oficinas supe que esa empresa iba a funcionar; no es que le atribuya la responsabilidad del éxito, ni mucho menos, pero sí la capacidad de implicarse hasta el extremo desde un segundo plano con una visión preclara de la estrategia y una fidelidad máxima; un reflejo de su forma de entender la amistad y que tanto valoro con el paso del tiempo).
Aquella era una empresa curiosa. No destaca especialmente entre las muchas que se manejaban entre el “no me pilles que no te veo” y el “entre pillos anda el juego”, pero allí estaba sacando la cabeza en el sector del shipping. Esa nave era algo así como un “Halconcillo Milenario” hecho de remiendos y despieces de vetustas navieras y anquilosadas consignatarias. Afortunadamente para ellos, sus dos primeros comandantes (Antonio García Amiama y Josep Trius Collazos) fueron águilas imperiales del shipping que supieron, junto con los fundadores y su equipo, esbozar lo que hoy es Noatum, impulsando un dinamismo empresarial capaz de adaptarse rápidamente a los vaivenes de un mercado cada vez más globalizado.