No recuerdo ningún otro artículo que me haya costado tanto escribir. Teniendo tanto que decir. Empiezo y borro y vuelvo a empezar. Y no me lo creo. Y no lo acepto. Y blasfemo y lloro como casi nunca. Toni era uno de mis mejores imperfectos amigos. Nadie por encima. Le quería porque mi vida y yo éramos mejores con él.
Alfredo Soler, el otro mosquetero, me vino esta mañana a dar la triste noticia... “Toni nos ha dejado”, y lo definió con la palabra justa: “Toni era el pegamento”. Y lo era, realmente, no solo de mí con todo mi entorno del sector, sino de muchísima gente. Movía las comidas y los viajes, fomentaba los encuentros, ayudaba a la concordia, la risa y el abrazo. Con él todos limábamos asperezas y nos llevábamos mejor, porque él fue el desatascador de rivalidades, el pegamento de amistades y grupos.
Así era para todos los que le rodeaban, en todos los muchos frentes en los que se movía. Para mí fue mucho más. Hace 37 años que estoy en este sector, al que llegué con la cabeza gacha, tímido, alucinado, joven. Tanta grandeza, para un chaval de pueblo, era abrumadora. Para mí, todos eran señores poderosos, lejanos, inalcanzables. Otro mundo. Fue mi primer amigo en el sector. De su mano conseguí conocer realmente este mundo tan cerrado y áspero por fuera. Él me abrió las puertas del Propeller y él me convenció, tras años de insistencia, para que cogiera la presidencia. Con él de la mano pude conocer a las personas, más allá de los directivos y los empresarios.
Con Toni todos limábamos asperezas y nos llevábamos mejor, porque él fue el desatascador de rivalidades, el pegamento de amistades y grupos
Gracias Toni, por ayudarme a pulir mis aristas y ser mejor. He sido mejor persona a tu lado. Nuestros viajes están en el apartado de las mejores cosas de mi vida. Nuestras comidas, nuestros abrazos, la gente, las personas que me has enseñado, los corazones que me has abierto, los puntos de vista distintos que me has mostrado. Lo que nos hemos querido.
Nos han quedado muchas cosas de que hablar, muchas sobremesas que compartir. Muchos partidos que ver juntos. No hay sustituto para todo lo que sumabas, a mí y a todos los amigos del sector, que ya forman parte de lo mejor que tengo.
Siempre te estaré agradecido, con toda la importancia máxima que para mí tiene la gratitud.
Han sido muchas cosas. Muchos detalles conmigo que no podré olvidar nunca. Recuerdo, por ejemplo, cuando dos días antes de la Fiesta de la Logística de 2020 hubo de suspenderse el evento. Me llevaste a comer ese viernes 13, a la hora en que debería estar con miles de logísticos. Habías preparado una comida sorpresa con un intenso grupo de amigos del sector, para animarme. Te lo dije muchas veces, pero son pocas: lo inolvidable que fue y será ese gesto, ese detalle, como otros tantos, ese pensar en cómo me sentía y cómo pude sentirme después de que tú pensaras en mí.
Estos días venía escuchando, otra vez, a mi adorado Carlos Cano. Cojo sus palabras, para tomarme la licencia de, cambiando una sola, resumir mis sensaciones.
El dolor es parte de la vida. Y pocas personas han querido tanto la vida y han repartido tanta como tú. Para ti, Toni, con la palabra más grande que existe: gracias.
Que se apaguen los firmamentos
y los cielos que se nublen,
que se cubran de rayos y truenos
y las aguas que se turbien.
Que revienten las azucenas
que lo manda un dios terrible,
que está el puerto llorando de pena
por un hombre bueno y libre.