Es sonrojante la habilidad de este Gobierno para nadar y guardar la ropa. Bueno, de este y de todos, que unos aprenden de los otros o ya nacen aprendidos, quién sabe, porque lo mismo que estamos viendo ahora en la Mesa Tripartita del transporte por carretera lo vimos en el sector de la estiba con Marcos Peña, en un asunto con tantísimas diferencias con lo que ahora nos ocupa en la carretera como con infinitas similitudes, pues todo se resume en lo mismo: hay un Gobierno que debe gobernar, hay un ejecutivo que debe ejecutar pero, al final, le pasamos a otro la patata caliente, le endiñamos a otro el disfraz de Salomón y quedamos como justos, equitativos y divinos y aquí paz, después gloria y si tiene que venir Competencia, Luxemburgo o el Papa de Roma a enmendarnos la plana, a mí que me registren que yo ni sé ni quiero saber nada. Eso sí, salvo que haya una huelga o un posible paro patronal que nos ponga en peligro la sonrisa cándida del cartel electoral, para lo cual siempre se puede... nombrar otro mediador.
Hemos reclamado en infinidad de ocasiones que en la guerra abierta entre patronales de transporte por carretera y cargadores, en el sideral marasmo de intereses, deudas históricas, inercias, imposiciones, ventajismos, abusos, complejos, cainismos e inmolaciones que asuelan esta viciada relación, ya iba a siendo hora de que el Ministerio de Transportes dejara de estar absolutamente ausente, militante en la permanente incomparecencia no ya de echar balones fuera, sino de directamente pasar de tocar el balón.
Vino una amenaza de paro y, sí, no quedó más remedio que retratarse con, ojo, un planteamiento nada desdeñable, una Mesa Tripartita con transportistas, cargadores y la propia Administración, pensábamos que en medio... pero no, porque la guinda es que quieren sentar a esa mesa a un mediador.
¿A qué se dedica la Administración? ¿No tiene opinión ni criterio? ¿Va de voyeur por la vida? ¿Le da igual blanco que negro?
Pero, entonces, ¿a qué se dedica la Administración? ¿No tiene opinión ni criterio? ¿Va de voyeur por la vida? ¿Le da igual blanco que negro? ¿Se trata de que unos y otros se vacíen las cuencas de los ojos y que luego venga a sacar las castañas del fuego el tipo que han puesto en medio? ¿Y vale cualquier barbaridad, estupidez o ridiculez que planteen unos y otros? ¿Si sale bien, premio para el Ministerio, y si sale mal la culpa es del mediador? ¿Cualquier cosa que dictamine el mediador automáticamente irá al Boletín Oficial del Estado? ¿Quién filtra? ¿Quién defiende el interés general más allá del de transportistas y cargadores? ¿Para qué está la Administración? ¿Y entonces el mediador?
En plena negociación del II Acuerdo General y de transposición del reglamento sobre tiempos de conducción y descanso, el entonces director general de Transporte Terrestre les dijo claramente a patronal y a sindicatos: lleguen a un acuerdo en el marco del II Acuerdo General sobre el tiempo de presencia y yo lo trasladaré a la transposición. Ahora bien, como no acuerden nada, yo asumo la responsabilidad, tiro por la calle de en medio y regulo como Ministerio de Fomento tal y como yo considere en favor del sector y de la sociedad en general.
¿Saben quien era ese señor? Claro que sí que lo saben, Juan Miguel Sánchez, el mismo que quieren nombrar ahora en el Ministerio de Transportes como mediador entre transportistas y cargadores para el asunto de la carga y descarga y las 44 toneladas, el mismo que cuando se pongan las cosas chungas y haya que tirar por la calle de en medio le pedirán que proponga regular como él considere. Es decir, ¿para que están entonces ustedes señores del Ministerio? Si es para esto, queridos, déjense de monsergas y de mediadores, presenten la dimisión y nombren directamente a Juan Miguel Sánchez director. Se lo aseguro, nos irá mucho mejor y así al menos todo el mundo asumirá su verdadera función.