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Han mirado y han visto

  • Última actualización
    03 junio 2021 17:14

Una de batallitas. Cómo se nota que ya estoy vacunándome. En mi primer día de trabajo en esto de informar cada día de lo que ocurre en la logística, me mandaron, casi sin tiempo a pisar la Redacción, a cubrir un evento que al parecer estaba acaeciendo en un muelle del puerto. Yo era, por aquel entonces, hace 35 años, el 100% de la plantilla de redactores. Por tanto, no hizo falta sorteo ni jugar a los chinos ni rifa alguna: tenía que ir yo. A lomos de mi Yamaha 250 de segunda mano, tras una ardua labor de investigación, ensayo y error, encontré el muelle de Contenemar, más guiado por el ruido que de él procedía que por la señalización al respecto. Allí unos señores montados en carretillas elevadoras arremetían contra policías antidisturbios, que recibían refuerzos constantes con los que poder turnarse para recibir palos de los portuarios. Algún participante acabó en el agua, aunque creo que no hubo que lamentar bajas. Luego supe que aquello se llamaba “el conflicto de la estiba” y que era una tradición cultural de los muelles nacionales e, incluso, internacionales. Que unas veces había dinero negro, que otras había marcha lenta, paros, huelgas o enfrentamientos físicos, con algún tiro en el techo del local donde se celebraban las asambleas. Primero pensé que había sido mucha coincidencia entrar a cubrir este santo sector en una época en la que estaba tan vigente “el conflicto de la estiba”. Muy poco después empecé a pensar que aquello no se iba a solucionar nunca. Desde entonces hasta ahora, siempre ha habido épocas en las que parece que la solución al famoso conflicto está a punto de llegar. Pero... van pasando los años, los lustros, los decenios y... nada. Seguimos igual o peor.

Con tantos años escribiendo del asunto, es normal que haya vertido todo tipo de reflexiones. Como que el sistema funciona porque empresas, estibadores y administración quieren. Que seguirá con más nueces que ruido mientras haya acuerdo entre las partes. Pero que también es muy cierto que los apaños por libre corren el riesgo de tener fecha de caducidad.

Hay, queramos o no, algo que se llama ley. Y dentro de la ley, existen normas de rango superior que se imponen a otras. El sistema portuario español será eterno, si empresas, estibadores y administración quieren. Pero han de querer las empresas de aquí y las centrales, los estibadores de aquí y sus sindicatos y la administración y sus leyes locales, siempre que las normas nacionales e internacionales no se metan.

Contemos con que todo se ha perdido y que el modelo clásico ya no es sostenible, porque la ley puede que no lo permita. A partir de ahí, el mejor escenario, o el menos malo, se conseguirá entre todos, dejándose pelos en la gatera unos y otros

La mejor forma de perpetuar el sistema de trabajo en los muelles españoles, que, por cierto, no ha ido tan mal, pasa por no llamar la atención, pasar desapercibidos, no hacer ruido. Esa norma sagrada se ha roto y ya son demasiados los focos que están puestos en la estiba como para que el acuerdo de unos pocos pueda seguir manteniendo las cosas como están. Audiencia Nacional, MITMA, Comisión Europea, CNMC… son demasiados ojos los que ya han mirado y han visto.

¿Qué se puede hacer ahora para salvaguardar la paz social sin estancar el modelo? Sea lo que sea lo que se pueda hacer, no hay duda de que el mal menor sólo lo garantizará el acuerdo real y profundo, realista y concreto, entre las partes implicadas.

El primer paso debe ser el acuerdo entre estibadores y empresas, todas las empresas. Partiendo no ya de la situación de antaño, sino de la que se avecina a medio y largo plazo. Contemos con que todo se ha perdido y que el modelo clásico ya no es sostenible, porque la ley puede que no lo permita. A partir de ahí, el mejor escenario, o el menos malo, se conseguirá entre todos, dejándose pelos en la gatera unos y otros. Sé que estas palabras de consenso real y acuerdo profundo calan poco o nada en el sector de la estiba. Es muy complicado. Requiere arduo esfuerzo. Pero nadie dijo que fuera fácil. La única fórmula para, al menos, intentarlo, es visualizar la opción B: con los organismos antes citados entrando en nuestro mundo como caballos en cristalería. Quedarnos como estamos... Puede ser... pero no para siempre.