Después de unos días con la Gran Vía barcelonesa taponada por una marea negra y amarilla de taxis, ahora le toca el turno al camión, un elemento de tamaño mayúsculo que, sin duda, sería mucho más llamativo en las calles de la ciudad, poco acostumbradas al paso de estos grandes vehículos pesados. Esto, de ocurrir, sí que será sorpresa. Más que la convocatoria de la movilización en sí.
Y es que, no suele ser habitual que los camiones que operan en el puerto salgan a la ciudad. El recinto portuario es el hábitat natural de grandes camiones, grúas y otros vehículos destinados a la manipulación de mercancías. Pero las calles de la ciudad, y sus ciudadanos, son ajenas a este incensante ir y venir de tráfico monumental. De hecho, que yo recuerde, los camiones del Puerto de Barcelona no han protagonizado nunca una protesta de estas características por el centro de la ciudad. Al menos, hasta donde mi memoria alcanza.
Por ello, si finalmente se produce, la estampa de estos camiones pasando lentamente junto a edificios tan señoriales como los de, por ejemplo, Via Laietana, dejará más de una imagen impactante en la retina de los barceloneses.
Como hace ya muchos años ocurrió cuando los estibadores del puerto de la capital catalana decidieron sacar la maquinaria de las terminales de paseo por la zona de Colón y aledaños.
Fue durante las grandes luchas sindicales de los años 80 –en algunos casos, con los estibadores secundados también por los transportistas portuarios–, donde se forjó lo que hoy es Coordinadora y ese admirable sentimiento de pertenencia que tienen los estibadores en muchos puertos españoles, pero quizás de forma especial en Barcelona, puerto que, junto a Canarias, protagonizó los lances más duros de aquellas luchas obreras con, incluso, según cuentan los antiguos del sector, sicarios de la mafia marsellesa contratados por los empresarios para, digamos, ‘persuadir’ a los líderes sindicales.
Desde luego, ya no estamos en la década de los años 80 –una pena en muchos aspectos. Y si no, ¡acuérdense de la movida!–. Ni siquiera estamos en el mismo siglo de esas luchas que la estiba hoy recuerda con nostalgia. Tampoco estamos a finales de los años 90 y principios del siglo actual, cuando en el Puerto de Barcelona el transporte terrestre de contenedores protagonizaba también grandes movilizaciones que dejaban el recinto portuario completamente parado.
Hoy todo es diferente. Porque el mundo es diferente. Y los transportistas, también.
De todas maneras, yo, por lo pronto, confío en que, en estos días, se podrán encontrar salidas que permitan a los transportistas desconvocar la movilización anunciada. La comunidad portuaria barcelonesa otras veces lo ha conseguido. ¿Hacemos apuestas?