Perdona, ¿pero esto lo saben las empresas? Esta es la frase que más me representa desde hace tres semanas, momento en el que la Unión Europea dio carpetazo a las consultadas iniciadas ante la nueva normativa sobre el comercio de derecho de emisiones en el transporte marítimo (ETS- Fit for 55).
¿Pero esto lo saben las empresas? Insistía yo desconcertada ante las explicaciones que me ofrecían expertos que desvelaban pormenores de la norma pro-descarbonización que habían quedado escondidos entre las líneas más sesudas de tan magna norma.
Ni las alertas de Puertos del Estado, reforzadas por las valoraciones y previsiones de las principales autoridades portuarias del país en el movimiento de contenedores, ni las advertencias de navieras como MSC parecen haber sido suficientemente fuertes como para que la UE se repiense la norma que, desde el minuto 1, implicó el riesgo de desvío de los tráficos de transbordo de los puertos mediterráneos de la UE hacia enclaves extracomunitarios próximos para no pagar derechos de emisiones.
Y en este escenario, me asaltan teorías de la conspiración. No sé si soy solo yo la que las detecta (¿demasiado True Crime y lectura noir en mi vida? Es posible...), pero es que es evidente que algo pasa cuando, bajo el paraguas de la sostenibilidad, los intereses de los vecinos del norte se imponen a los nuestros de una manera tan descarada; cuando los tráficos que peligran (¡oh casualidad!) son los de los países comunitarios del Mediterráneo y los “paraísos ambientales” que se activarían en cada área (norte versus sur) se personalizan en dos contextos (sociales y económicos) bien distintos: Reino Unido versus Marruecos -no entro en detalle #tuyaentender.-
Esta norma (ETS) y sus efectos deberían estar en la agenda de las principales patronales del país y, por supuesto, debería estar en la agenda de nuestra Presidencia Europea ¿no?
De acuerdo con que las legislaciones asuman los retos que el cambio climático impone, la cadena logística es de las actividades económicas que más está trabajando en ello a pesar de no contar con los combustibles o la tecnología para lograrlo, pero ¿hace falta que la UE lidere la batalla cuando ningún otro Estado del mundo se está comprometiendo? ¿En serio somos tan soberbios que tenemos que dar ejemplo, aunque eso signifique la pérdida de competitividad de parte de la ciudadanía de la UE?
Y aquí regresa el pensamiento: ¿pero esto lo saben las empresas? Es que me da la impresión de que este asunto se ha quedado en la esfera del transporte marítimo, los puertos y la logística, como si fuera una cosa que solo afectara a la cadena logística. Y no es así.
Las empresas productivas, las exportadoras e importadoras, la industria, la agricultura y ganadería, las del sector terciario, en definitiva, todas las empresas que consumen algo (materias primas o productos acabados), así que TODAS, verán incrementados sus costes si perdemos la conectividad aportada por las navieras que operan en nuestros puertos. Porque, al final, parece que las navieras tienen obligación de escalar en España y no es así. Más allá de la responsabilidad social que cada grupo naviero se arrogue, como empresas, buscarán su supervivencia en escalas rentables y si esas están fuera de la UE... De hecho, ya las hay bien posicionadas al otro lado del mar.
En consecuencia, esta norma (ETS) y sus efectos deberían estar en la agenda de las principales patronales del país y, por supuesto, debería estar en la agenda de nuestra Presidencia Europea ¿no? ¿O es que me estoy rayando?
Si perdemos la conectividad marítima, si dejamos de ser hubs, si se encarece nuestra import-export, ¿dónde quedará la competitividad de nuestros sectores productivos?