Pues ya estaría. El calendario ha querido que este jueves, 25 de julio, sea la fecha de mi última columna antes del periodo vacacional. Como bien saben, Diario del Puerto da un pequeño respiro durante el mes de agosto a la sección de Opinión, un parón necesario para que nuestras maltrechas neuronas (por lo menos la mía) tomen fuerza y puedan regresar en septiembre con más fuerza, si cabe.
Nos vamos de vacaciones, sí, pero Diario del Puerto sigue a todo ritmo con su versión online dando cuenta, al momento, de todo lo que ocurre en nuestro sector en formato 24/7. Paramos la rotativa, lo que también contribuye a que seamos un poco más sostenibles, pero mantenemos la cita diaria con nuestros lectores en diariodelpuerto.com como muestra de nuestro compromiso inquebrantable.
Aunque sólo sea por índices de probabilidad, agosto es un mes en el que la actualidad se diluye hasta convertirse en una rareza. Las instituciones están a su ritmo (si es que lo tienen), las personas con responsabilidades acostumbran también a volar y los políticos extienden su letargo hasta tener un poco más de resonancia. Ante este panorama, no es de extrañar que la comunicación module su intensidad y se sume a ese ritmo caribeño que tantos seguidores tiene en nuestro país.
Lo de los políticos, por cierto, no es del todo verdadero porque algunos de los que se quedan de guardia, en su ansia infinita por encontrar su minuto de gloria, son capaces de estirar casi de cualquier hilo que haya quedado a la vista e incluso de los que están escondidos y no sobresalen.
Como sector necesitamos mantener el ritmo y responder a las exigencias del mercado
Aún así, es conveniente no confiarse y mantener una oreja tiesa porque hay noticias e informaciones que no entienden de vacaciones. Precisamente por eso, Diario del Puerto mantiene durante el mes de agosto toda la tensión informativa para que ustedes, si lo desean, puedan desconectar con la certeza de que si algo sucede nosotros estaremos allí para contarlo en nuestra página web.
Y aunque no estamos hablando del cierre de un año natural, sino de un periodo escolar, no hay quien se libre de trazar una fina línea que separa el antes y el después de las vacaciones y todo lo mucho que eso conlleva.
Y es que la infancia marca mucho y septiembre siempre nos prometía muchas cosas nuevas (profes, libros, compañeros, bolis, goma de borrar... e incluso ropa a estrenar para los más pro), siempre en la proporción justa según la medida de la capacidad de nuestros progenitores, obvio. Y esa tara se nos ha quedado ya para el resto de nuestros días. Que levante la mano quien no se haya propuesto un nuevo inicio (de lo que sea) a partir de septiembre... no hay nadie, lo firmo.
Sea como sea, siempre son bienvenidos los aires renovados. Si personalmente es fundamental cargarse de nuevas energías para afrontar la parte final del año, como sector también necesitamos mantener el ritmo y responder a las exigencias del mercado, cada vez mayores y más peculiares. Creo que estamos en un año de transición en el que lo importante es ir cargando las baterías. El tiempo nos dirá si estamos transitando hacia el abismo o hacia la cima.
Por mi parte, tengo el firme propósito de seguir buscando personas que por dentro sean de colores. No es tarea fácil encontrarlas, pero como decía el gran Robe: se les nota en la voz... Pueden comprobarlo.