Así que no es de extrañar que, durante los últimos meses, el debate “turismo vs ciudadanía” se haya reactivado con fuerza. Se buscan razonamientos que alimenten el crecimiento de las ciudades pero sin menoscabar la libertad de movimiento de sus habitantes o los recursos propios de entorno. Tarea complicada si se quiere estar en todo: en los dineros y en el futuro sostenible (y viable para la salud).
A esta discusión también se suman los puertos y lo hacen con la necesidad de recordar una y otra vez, una y otra vez, que ellos no generan turistas sino que los canalizan. Los destinos y sus administraciones (no nos olvidemos: son éstas las que apuestan por estar presentes en la agenda de los touroperadores nacionales e internacionales) son los que promocionan sus bondades, recursos y actividades. No los puertos. No los aeropuertos.
Son las autoridades las que tienen que decidir cuántos cruceros y cruceristas deben llegar a una ciudad y qué tipo de turistas prefieren. Son ellos los que deben dilucidar qué queremos para hoy y para el futuro en este ámbito, como lo hacen en otros muchos, y no quejarse airadamente de las acciones comerciales puestas en marcha por puertos y aeropuertos como si éstos actuaran por interés propio, ajenos al entorno. Señores políticos: no pueden decir que una feria turística es fundamental para la economía y el FUTURO (sí, así en mayúsculas, llenándose bien la boca y con cara de circunstancia y afección) de la Comunitat Valenciana para acto seguido argumentar que las ampliaciones en las infraestructuras que atenderán a esos turistas (en todas porque aquí da lo mismo el barco que el tren que el avión) son nocivas, cuando no letales, para ese mismo futuro. ¿Ustedes lo entienden? ¿No podrían llegar a un término medio en el que se valore bien hasta dónde podemos llegar atendiendo al turismo sin perder calidad de vida?
Como siempre, los gestores portuarios, ferroviarios o aeroportuarios se ponen al servicio de la economía, se convierten en los catalizadores necesarios para hacer viables los objetivos marcados por otros porque, al final, pese a que algunos no les guste, el puerto es un prestador de servicios. Ojo, eso no significa que los puertos y aeropuertos no intenten hacer su trabajo lo mejor posible, por supuesto que lo hacen... pero si es que si no ayudaran, con decisiones como la reducción de tasas, la aprobación de tarifas competitivas o la promoción en ferias sectoriales, les caería la del pulpo...
Por cierto, ¿no les alucina que se haya celebrado hace unos días el primer Congreso Internacional Tur4all de Destinos Accesibles de Cruceros? ¡El primero! Así estamos gente, siglo XXI y todavía tenemos que estar recordando a muchos que, lamentablemente, todos no tenemos los mismos derechos. Urge recordar que hay leyes vigentes que deben garantizar la movilidad y accesibilidad, que las personas con discapacidad, disfuncionalidad o movilidad reducida tienen que poder vivir la experiencia que quieran, las vacaciones que deseen, incluyendo el poder disfrutar de un crucero. “La accesibilidad es un derecho, no solo un deber”, subrayaron en el Congreso. Por ello, pidieron que navieras y destinos se preocupen por trabajar conjuntamente con los usuarios y expertos en accesibilidad, y que la formación en esta materia sea una realidad en todo el sector turístico. Ojalá.