El Noticiero Bilbaíno “Diario imparcial, defensor de la Unión Vascongada”. Martes, 29 de Julio de 1924. En su portada asabanada y mazacotuda, sin un sólo resquicio donde colar una imagen, entre las noticias corridas a seis columnas, una llama mi atención: “El Ferrocarril Haro-Abejar. Otro voto en favor”. Traigo aquí buena parte de su contenido, que arrancaba así hace hoy 100 años:
“Dice nuestro querido colega Heraldo de La Rioja, de Logroño”: “Bilbao no es población que se amilana por pocas cosas y, aun cuando le ha producido contrariedad la denegación a su instancia en la que solicitaba la inclusión en el Plan de Ferrocarriles Estratégicos del ferrocarril Haro-Abejar y por lograrlo sigue trabajando sin descanso, dispuesto está, según declaran sus personalidades más salientes, a realizar la obra por su exclusiva cuenta, ya que, siendo como es de utilidad grandísima el ferrocarril para toda la región vizcaína, no habían de conformarse a perder la idea y los beneficios que pudiera reportarle”.
“En verdad, no resulta muy armónico el que, en un día mismo, se conceda un ferrocarril y se deniegue otro que reúne las mismas condiciones y necesidad. Y cabe menos explicación, si la región solicitante del ferrocarril denegado es Bilbao, que, como se sabe, reúne todas las buenas condiciones precisas para que el Estado se muestre benévolo y transigente, aun en el caso de que su petición fuera injustificada”.
“Bilbao será la población española de mayor energía industrial y de más potencialidad económica y quien más ayuda a la nación en todos sus empresas. Y, siendo así, ¿qué de extraño es que insista para que se derogue la Real Orden denegatoria y que si no pudiera conseguirlo se disponga a ejecutar la obra sin la ayuda del Estado?”.
“El puerto de Bilbao es de nuestro uso, para nuestro servicio, creado con nuestro ahorro y esfuerzo, pero es propiedad del Estado” (Heraldo de La Rioja, recogido por El Noticiero Bilbaíno)
“No hará falta; pero si a este extremo tuviera que acudir, porque en las alturas se marcara la imposibilidad de atenderles, haciendo de permanencia efectiva esa Real Orden, puede creer Bilbao, que Haro, Santo Domingo y Ezcaray no habrían de apartarse de contribuir a la obra, con su mayor esfuerzo, pues también ellos habrían de disfrutar de los beneficios y son pueblos a los que tampoco arredra una negativa, cuando no hay razón bastante a justificarla”.
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“El puerto de Bilbao es de nuestro uso, para nuestro servicio, creado con nuestro ahorro y nuestro esfuerzo, pero es una propiedad del Estado, elemento de producción y de expansión de la riqueza nacional; por lo tanto, algo muy mucho, de los demás, digno de todo amparo. Y sin que traigamos ahora a cuento las causas, de índole mil, que han contribuido a su languidecimiento, es dolorosamente cierto que su tráfico, veintitrés años hace, disminuye en términos tales, que su enfermedad ha llegado a producir en los bilbaínos, en los vizcaínos todos, una alarma que se ha traducido en el anhelo, que no habrá nadie que no lo tenga por legítimo, de encontrar remedio para ella.
“Su remedio no podrá venir sino de Castilla, de la entraña de la Nación, y a ella, como antes con la construcción del ferrocarril de Tudela y con la de los caminos de Bercedo y Pancorbo, se dirigieron nuestros pensamientos para atraerla al viejo solar de la contratación de sus productos para hablarle, en castellano, de los negocios materiales, que conducen al amor, a la mutua comunicación de los efectos más espirituales, para recordarle, en castellano, los tiempos de una antigua amistad que forjó tantas hazañas inmortales”.
100 años después, ¿dónde estamos?