Esta semana he seguido con cierta inquietud eso del impacto del asteroide 2024 YR4 sobre la tierra allá para el 22 de diciembre de 2032 y, la verdad, es que no me viene muy bien. De verdad se lo digo.
Ojo, que no seré yo quien diga que no nos lo estemos mereciendo y que un fin del mundo global y grandilocuente es lo que nos estamos currando paso a paso, tacita a tacita, tontería a tontería. Pero es que eso de programarlo dos días antes de Navidad, el día de mi cumpleaños, no me acaba de convencer.
Lo que yo propongo, a quien tenga poder para reprogramar la colisión, es que escoja una fecha de cualquiera de las Fiestas de la Logística que organiza Diario del Puerto y así, en una suerte de catarsis purificadora, pillaría a todo el sector disfrutando de lo que más nos gusta, en un estado de euforia controlado pero subido de tono y con un sentimiento de pertenencia colectiva que elevaría a la categoría de épica la extinción de nuestro mundo... Lástima que no podríamos contarlo al día siguiente en Diario del Puerto, con la de visitas que se iban a generar.
Obviamente, estoy de broma. Aunque muchas veces aseguro que la única solución posible a determinados problemas o personas no es otra que la extinción, quiero pensar que en la gran mayoría de los casos (desgraciadamente no en todos) podemos encontrar algún resquicio de esperanza. Y hombre, ya no te digo yo que el asteroide 2024 YR4 impacte de lleno, pero un “rozar el larguero” creo que no nos vendría nada mal... En otra columna ya les cuento dónde considero yo que está el larguero.
Mientras tanto, y como en el peor de los casos aún tenemos casi siete añitos por delante, conviene ir poniendo las cosas en su sitio por si, llegado el momento, el asteroide tiene a bien pasar de largo y con el rebufo se lleva algo por delante. Seguro que cada uno de ustedes tiene en mente un buen montoncillo de sugerencias.