Las llamadas “reivindicaciones históricas” siguen siendo históricas hasta que dejan de serlo y son una realidad, me apuntó Simó entonces. Una obviedad sí, pero tan cierto como que el cielo es azul. Está claro que las “reivindicaciones históricas” no son exclusivas del sector logístico-portuario, pero como aquí venimos a hablar de nuestro libro...
Comencemos por lo más duro e inexplicable: que los accesos a los principales nodos logísticos (tanto puertos como zonas logísticas) sigan siendo asuntos pendientes me alucina. Está claro que la gestión urbanística en este país nunca ha sido -ni es- cosa sencilla y ágil. Entre los planes urbanísticos, las normas de unos departamento que contradicen las de otros departamentos ¡de la misma concejalía por ejemplo!, las exigencias a los técnicos con compromisos inasumibles de responsabilidades a más de cien años vista y las urgencias presupuestarias (surgidas de los robos de unos y de las malas gestiones de otros) nos han llevado a lo que tenemos hoy: nodos económicos de primer nivel a ralentí porque no pueden ser más competitivos al carecer de los accesos terrestres (viarios y ferroviarios) exigidos por los clientes.
Inversiones extranjeras que se alejan de la región porque no se ofrece estabilidad y garantías de que se va a poder contar con una plataforma logística a tiempo
Luego están las zonas de actividades logísticas proyectadas y no construidas, y las construidas y paralizadas una y mil veces por problemas burocráticos, políticos, etc. Dinero y más dinero que se pierde con el paso del tiempo. Infraestructuras que se deterioran de no poner en marcha. Inversiones extranjeras que se alejan de la región (incluso del país) porque no se ofrece estabilidad y garantías de que se va a poder contar con una plataforma logística en el tiempo comprometido.
Si hablamos de transporte terrestre las reivindicaciones hablan de legislaciones obsoletas, convenios colectivos inexistentes, planes de apoyo a la profesión sin actualizar, legislaciones europeas que ya si eso... mira a ver si no sales muy perjudicado, el boicot de algunos a generar espacios para aparcar los vehículos con una mínimas condiciones de seguridad (que queremos que las mercancías lleguen en 24 horas, pero que luego los camiones desaparezcan por arte de magia) o cómo enfrentarse a los nuevos desafíos (exigencias de sostenibilidad al colectivo ofreciéndoles vehículos de GNL y eléctricos que son incapaces de cumplir con las exigencias de las rutas -en algunos casos, no se enfaden los fabricantes que sé que se lo están currando mucho, pero es que las pendientes de algunas carreteras y la imposibilidad de repostar en cualquier lugar son grandes hándicaps-).
Y luego bajaríamos a los detalles, a esas situaciones en las que una comunidad portuaria se siente agraviada al comprobar que la Administración no actúa/apoya por igual a las empresas en Valencia, Castellón o Alicante(por centrarme en una misma Comunidad Autónoma). Así nos sorprendemos, por ejemplo, con que los servicios del PIF funcionen en cada puerto de una manera distinta, con recursos y personal random, sin vinculación real a cargas de trabajo. Así, hay puertos con más carga de trabajo que no tienen las mismas horas de servicio de PIF que otros con menos volumen #minoentender #viviendodetráficosdelpasado.
Si las autoridades portuarias (administración) son una herramienta para la competitividad, al servicio del tejido productivo, no tiene sentido que otras administraciones no estén en esa misma línea, apoyando. ¿No deberían estar todos remando en la misma dirección?