Cuando seas padre comerás carne. Con esa zanahoria sufríamos las novatadas de la mili, las novatadas de nuestros primeros contratos basura, o las novatadas de la hipoteca con cláusulas vampíricas.
Algún día, en el futuro, pensábamos, estaremos en la posición de ser nosotros los que podamos hacer las novatadas, si queremos. Contratar y despedir, tan ricamente. O salir del cepo del banco y vivir la idílica situación de que sea el banquero el que venga, suplicante, detrás de ti. Pero ya no hay mili. Del banco parece que no nos vamos a librar jamás en la vida. Y de lo otro, de poder tratar con condescendencia a los empleados para resarcirnos en parte, si queremos, del maltrato laboral sufrido de pequeños... nada de nada.
Ahora que algunos ya somos jefes, tenemos claro que no vamos a maltratar a nadie. ¿no? Pero, hombre, un poco de desconcierto sí que sufrimos al ver que antes suplicábamos porque nos dieran un puesto de trabajo y ahora... suplicamos porque nos acepten un puesto de trabajo.
Ya no es solo que falten camareros, teleoperadores o conductores de camión. Es que, si me permiten algo de demagogia barata, no quiere trabajar nadie.
Nuestro sector logístico, que cuenta en su haber con los mejores convenios colectivos, con derechos, sueldos y horarios envidiados por otros sectores... cada vez tiene, también, más difícil tener debidamente cubiertas sus plantillas, y no hablemos de tener a esas plantillas contentas.
Siempre digo que estoy de acuerdo con las teorías evolutivas empresariales que indican que en el pasado era el director el más valioso de la empresa, luego esa distinción de MVP la ocupó, para muchos, el director comercial. Hoy me encuentro entre los que tienen claro que es el responsable de recursos humanos el que merece todo tipo de alabanzas y cuidados. No digo yo de sacarlo en procesión cada día, pero sí un par de veces por semana. Y todo esto teniendo en cuenta que se les ha bajado sensiblemente el listón de la exigencia a estos responsables del personal. Ya no se les pide tanto. Ellos mismo se han ido conformando en función de lo que les dicta su experiencia. Antes buscaban talento. Ahora buscan “gente normal”. Poco se habla de su labor de sabuesos, sicólogos, rompeolas y paño de lágrimas. De que lo tienen cada día más difícil para contratar, para fidelizar, para despedir.